Sergio Aguayo / 'Nos gusta matar'

AutorSergio Aguayo

La cultura de la violencia se extiende por la región de la cual formamos parte. ¿Sirve que el gobierno prohíba la música del odio?

Es natural que la violencia se exprese musicalmente; es parte inherente a la condición humana. Es igualmente cierto que la música trasciende fronteras y los países que forman parte de la cuenca del Caribe siempre han intercambiado los acordes que plasman las alegrías, los rencores y los sueños de sus sociedades.

Hace 40 años Los Tigres del Norte desencadenaron una revolución cultural con Contrabando y traición. En esta crónica de amor binacional Emilio Varela, el mexicano, y Camelia, la texana, llevan de Tijuana a Los Ángeles un auto con las llantas repletas de mariguana. Cuando reciben el pago, Emilio le informa que con la parte que le toca se vaya a "rehacer tu vida", porque él se va con la "dueña de su vida". Agraviada, Camelia se desahoga metiéndole siete balazos. En el video original es notable, por su ingenuidad, el recato del conjunto y los actores.

En los años ochenta el gangsta rap sacude a los Estados Unidos con las crónicas sombrías, agresivas, violentas de la vida en los barrios pobres de ese país. En Crooked Ass Nigga, de Tupac Shakur, un afroamericano carga en la cajuela del auto una pistola Glock de nueve milímetros con la cual limpia las calles de mothafuckas; entre los que están incluidos los policías. En los videos se les ve con ropaje ostentoso y accesorios chillantes y las mujeres son reducidas a juguete sexual. Parte de estas actitudes se trasladarían, tiempo después, al reggaeton caribeño y centroamericano que tiene una canción llamada Agárrala, pégala, azótala. ¿Está claro de quién hablan?

El narcocorrido reacciona al enorme poder acumulado por el crimen organizado mexicano. Miles de estrofas exaltan sin mayor criterio a quienes mueren en las disputas por las plazas mientras van sometiendo, con plata y plomo, a políticos y funcionarios sin columna ni ética. En el Niño Sicario se cuenta, con fatalismo resignado, la vida del niño pobre que a los 15 años se une a la mafia, ejecuta a "más de cien" y es asesinado a los 17.

El belicismo de esta música no se monta en el llamado a morir en el altar de la patria o en la flama de una revolución que acabará con las clases sociales. "Nos gusta matar", gritan retadores en Los sanguinarios del M1, un corrido que ha sido visto unas 13 millones de veces en las diferentes versiones exhibidas en YouTube. Para ilustrar sus gustos muestran...

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