Sergio Aguayo / Ismael y Manuela

AutorSergio Aguayo

Tengo décadas escribiendo sobre el acoso y asesinato de defensores de derechos humanos. Inaceptable es que sigue dándose como si no hubiésemos tenido alternancia.

El lunes 22 de octubre, por la mañana, Ismael Solorio y su esposa Manuela Solís se subieron a una camioneta Ford Lobo para ir a un hospital del ISSSTE en la capital de Chihuahua. Él era dirigente de El Barzón en un ejido, ella maestra de escuela. Avisaron que eran seguidos cuando circulaban por una brecha; más tarde aparecieron muertos. A él le dieron un balazo en la cabeza, a ella en el abdomen. Una semana antes habían golpeado y amenazado a Ismael; el Gobierno de Chihuahua no hizo nada para protegerlo.

Una tradición mexicana es el saqueo de sus abundantes recursos naturales. El método empleado es muy sencillo: aunque no se cumpla con las exigencias de la ley los "desarrolladores" construyen, perforan o desmontan. A partir de ese momento los perpetradores defienden el hecho consumado con determinación y beligerancia. La mayoría de las veces tienen éxito porque cuentan con la complicidad o la anuencia de políticos o funcionarios y con los infinitos recursos que el litigio ofrece. A los cambios ilegales del uso del suelo le han entrado aguerridos perredistas, el frívolo Niño Verde en Cancún, los priistas solemnes o los panistas ceremoniosos. Es un manantial inagotable de dinero fácil.

Son también expertos en doblegar la resistencia de las comunidades (cuando la hay, porque en México la participación social es bastante rala). Lo común es que la protesta se diluya por la lentitud y el costo que tienen las gestiones y los litigios, o por los discretos "arreglos" con líderes venales. Hay casos en los que el conflicto crece porque el agravio es tan profundo como sólido el liderazgo y la organización. Esta dinámica tiene etapas.

Una indispensable es el rompimiento de los inconformes y el funcionario a cargo del asunto. Cuando hay conflicto los afectados visitan al responsable, que solícito ofrece mediar entre empresario y comunidad (¿quién no conoce las mesas de diálogo?). Cuando no hay solución y los agraviados hacen denuncias públicas, el político se "siente" ultrajado y responsabiliza de intransigentes a los afectados (a veces lo son). Entonces inicia la difamación que es la antesala de la eliminación.

Me dicen personas en cuya buena información y juicio confío que Ismael y Manuela eran líderes auténticos, incorruptibles y eficaces en el combate a quienes afectaban a los ejidatarios...

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