Sergio Aguayo / La mueca de Nazar

AutorSergio Aguayo

Miguel Nazar Haro evadió la justicia porque lo protegieron las élites políticas, pero fue condenado por la sociedad y la historia.

Nazar es la expresión más inmaculada de la impunidad a la mexicana (ver el ilustrado texto de Javier Treviño Rangel en www.loshijosdelamalinche.com). La Fiscalía Especial creada por Vicente Fox dilapidó 250 millones de pesos y entre sus magros logros estuvo el recluir a Nazar en 2004 en el Penal de Topo Chico, Nuevo León. Cuando la justicia parecía posible llegó solícito y presuroso el Congreso a rescatarlo: modificó el Código Penal para que Nazar atendiera el juicio desde la tranquilidad de su hogar.

Uno entiende el apoyo de las fracciones priistas porque Nazar fue uno de sus verdugos más despiadados y eficientes. Puede también comprenderse la colaboración panista porque, después de todo, pagaron un costo bajísimo en vidas durante la Guerra Sucia. Lo incomprensible y ofensivo es la irresponsable laxitud y desmemoria de las izquierdas partidistas que votaron unánimemente por una amnistía de facto, una incongruencia documentada ampliamente por Rosa Albina Garabito.

Nazar vivió sus últimos años instalado en la socarronería del macho que impone sus deseos. Las conversaciones con Gustavo Castillo publicadas el 28 y 29 de enero en La Jornada retratan a un narcisista. Después de blindarse con el lábaro patrio ("lo que hice fue por amor a la patria"), desgranó sus hazañas: la Dirección Federal de Seguridad tenía "gente [infiltrada] en todas las áreas"; riéndose relató la noche en que se metió borracho en sentido contrario por Insurgentes y se puso a dispararle a los semáforos porque "eran anaranjad[o]s y rojill[o]s (comunistas)"; sobre las acusaciones de que torturaba y asesinaba responde con un desdeñoso "pueden decir misa" y con un cínico "¿Por qué no van al cementerio y les preguntan a los muertos si yo los maté?". Esta es la semántica del verdugo jacarandoso.

Murió sintiéndose invicto porque ni él ni Fernando Gutiérrez Barrios entendieron que eran policías eficaces y despiadados, pero que como analistas eran pésimos. Ese rasgo lo detecté leyendo sus informes y lo confirmé revisando las declaraciones de Nazar. Jamás comprendieron que su lugar en la historia es determinado por la opinión social sobre sus métodos. Y a ellos los respalda una minoría.

En las esquelas que publica Grupo REFORMA sobre la muerte de Nazar no aparece una sola institución pública. Los escasos políticos prefirieron firmar como integrantes del...

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