Sergio Aguayo / Viviendo España

AutorSergio Aguayo

Viví en España durante mes y medio. Observé su tránsi-to de la negación y la broma al estado de sitio. Aprendamos de sus errores y aciertos.

La resistencia fue heroica. Durante semanas, la ciudadanía, las instituciones y las autoridades observaron con indiferencia a chinos o italianos; se creían tan diferentes que, cinco días antes de la declaratoria de emergencia, se autorizaron marchas multitudinarias por el Día Internacional de la Mujer. ¡Qué difícil es modificar la conciencia y asumir el riesgo, y el "Vive Latino" en la Ciudad de México lo confirma!

Las voces autorizadas y los acontecimientos en otros países fueron despedazando la negación y el viernes 13 a las 15 horas (tiempo de Madrid) el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, decretó el "estado de alarma". Al día siguiente, empezaron las restricciones pensadas para reducir la tasa de contagio y aliviar la presión sobre los servicios de salud. Se paralizaron las ciudades y se reglamentó la vida diaria, como sucediera en la novela 1984 de George Orwell.

De forma abrupta, una fuerza superior regula la existencia. Drones con bocinas ordenan a los vecinos meterse en casa, policías bloquean ciudades y la ciudadanía acata disciplinadamente las instrucciones. Y ahí están, reinventando la convivencia. El aperitivo con amigos se filtra por Skype, los pequeños brincaron de la rebelión al miedo y a la adaptación, los ancianos con el terror que causa su vulnerabilidad y las parejas disputando el privilegio de salir a tirar la basura o a comprar los suministros. Mientras todo eso pasa, hay una exaltación colectiva de la tolerancia, la prudencia y el sentido del humor.

Regresé a un México desconcertado sobre el qué hacer y cómo y cuándo hacerlo. Algunas personas, instituciones educativas y gobiernos estatales ya se adelantaron paralizando actividades, mientras la Federación prolonga las clases una semana. En el gobierno federal se observa la confusión de un presidencialismo en proceso de indigestión.

El Presidente pasa de los chispazos de estadista a las actitudes de adolescente en rebeldía. Adoptó una decisión sensata al delegar el manejo de esta crisis en Hugo López-Gatell, un funcionario con buen entrenamiento científico. Lamentablemente, al académico le faltó carácter y optó por agachar la cabeza ante la voluntad presidencial.

Cuando el subsecretario de Salud sugirió poner distancia con los demás, el Presidente siguió placeándose por México, intercambiando...

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