Entrevista/ Shimon Peres/ 'Advertí a Sharon que no iba a silenciarme'

AutorSilvia Cherem S.

'¿Sabes por qué estoy aquí?", me dijo sonriente, aguzando sus ojos brillantes y recordando que por el terrorismo y sus actividades como Ministro de Relaciones Exteriores tuvo que cancelar cinco veces su viaje a México para inaugurar la Cátedra que lleva su nombre de la Universidad Anáhuac.

"En Israel hay campaña electoral y como no me interesa competir ya por los votos, sólo proseguir con mis esfuerzos para alcanzar la paz, prefiero evitar ese clima terrible y tomar aire fresco. Para ser escuchado, no necesito de cargos", dijo.

Peres, quien hace tiempo dejó de ser candidato, entre otras cosas porque no ha podido ser profeta en su propia tierra, señaló que las próximas elecciones serán muy cerradas y que el Likud y el Laborismo necesariamente tendrán que unir sus esfuerzos en un Gobierno de unidad nacional: "La coalición será imprescindible y el Laborismo tendrá que participar promoviendo la paz y la separación entre política y religión".

Artífice aún de la esperanza, Peres sostiene pese a todos los pronósticos, que la paz en el Medio Oriente se avizora en un futuro cercano, para el 2005: "Más que pensar en ser iguales, debemos de proteger nuestras tradiciones y herencia, y entender que debemos aprender a vivir juntos en la diferencia, sabiendo hacer música con todas nuestras variantes".

Hace un par de días, su amigo Gabriel García Márquez, a sabiendas de que iba a salir de México y no iba a poder encontrarse con usted "para pelear", como siempre lo han hecho, me pidió que le pasara un mensaje. Me dijo que él aplaudió que usted aceptara el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores en el Gobierno de Ariel Sharon, porque así podría contrarrestarlo, pero que nunca pudo entender por qué usted permaneció durante tanto tiempo ahí, avalando las políticas de mano dura del Likud. "Dile a Shimon -me indicó- que nosotros, sus amigos, necesitábamos claves para defender sus posturas, pero que no podíamos hallarlas en ningún lado". ¿Piensa usted que su permanencia en el poder fue un error de cálculo?

Claro que no -me responde con contundencia-. Cuando entré al Gobierno, puse mis condiciones. Exigí que se frenara la construcción de nuevos asentamientos y así fue. Asimismo, presioné a Sharon para que aliviáramos la situación en los territorios, permitiendo que los trabajadores vinieran a laborar a Israel, descongelando sus cuentas, y restringiendo las reacciones que él quería implementar cada vez que había un acto terrorista.

Además, Sharon aceptó que yo negociara y debatiera con los palestinos con base en los acuerdos 242 y 338, y mientras estuve en el Gobierno negocié semana a semana con ellos y conseguí un acuerdo que Estados Unidos...

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