Jesús Silva-Herzog Márquez / 'Heli'

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

"Soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo más hermoso que la humanidad ha creado", escribió Wislawa Szymborska en el prólogo de su precioso libro sobre las lecturas no obligatorias. No escribo reseñas ni ejerzo la crítica, dice la poeta polaca al presentar sus lecturas más casuales. Leo y comparto lo que disfruto. Acepto los caprichosos brincos de asociación a los que me conduce la lectura y me abandono a las sugerencias de las letras. No aspiro a nada más. "El homo ludens baila, canta, realiza gestos significativos, adopta posturas, se acicala, organiza fiestas y celebra refinadas ceremonias. Para nada desprecio la importancia de estas diversiones: sin ellas, la vida humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable y, probablemente, la dispersión. Sin embargo, son actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor o menor tufillo de instrucción colectiva. El homo ludens es libre con un libro. Al menos, tan libre como él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del juego, subordinado únicamente a su curiosidad". Tampoco creo en la lectura obligatoria. Entiendo que algunas sean deber en alguna asignatura, pero no lo son fuera de clase. Habrá por supuesto, lecturas recomendables, pero ninguna lectura obligada, como dice el tópico de la hora.

Lo mismo habría que decir del cine, un pasatiempo tan disfrutable como la lectura. No hay películas necesarias, pero bien puede decirse que hay algunas que parecen irreemplazables o, más bien, imborrables. Cintas que dejan de ser telones en el fondo de un teatro para convertirse en cristales: la ventana desde la cual vemos el mundo. Pienso en estas cosas marcado por el impacto de haber visto Heli, la película con la que Amat Escalante ganó hace unos meses el premio al mejor director en el Festival de Cannes y que pronto se estrena en salas de la Ciudad de México. Verla es adentrarse en la pesadilla que para muchos es México. No parece casual la cercanía del título con la grafía del infierno. La extraordinaria fotografía de Lorenzo Hagerman captura la aridez, la aspereza, la monocromía de lo inhóspito. Polvo violento, abrasador. De inmediato, la película borda la imagen que se ha vuelto común en el país de la barbarie. Los cuerpos tratados como bultos, la muerte humana utilizada como el embalaje de algún recado macabro. Los periódicos nos han abofeteado con esas imágenes goyescas desde hace varios años. Pero ese lugar común de la violencia no es, en la cinta de...

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