SOBREAVISO / Avisos inoportunos
Autor | René Delgado |
Afuerza de golpes, muchos de ellos con sello de muerte y dolor, la realidad va derrotando la voluntad presidencial.
Puede el mandatario alardear diciendo que "la política es como caminar siempre en la cuerda floja, hay que correr riesgos y hay que tomar decisiones". Sin embargo, al hacer suyo ese axioma, incurre al menos en tres errores: no siempre se tiene que caminar en la cuerda floja, no es lo mismo correr riesgos que peligros y el punto fino no es tomar decisiones, sino asegurar -hasta donde sea posible- que sean las correctas.
De no abandonar esa idea de la política y rectificar el concepto y la práctica de ella, la duración del sexenio puede ser mucho más corta y obligar al Ejecutivo no a gobernar, sino a administrar un desastre. El propósito presidencial de hacer dos sexenios en uno, sobre la base de trabajar el doble, no quedaría exento de culminar en un absurdo: no concluir ni uno, aun mostrando ojeras por el desvelo.
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A punto de cumplir dos años de haber sido electo y en menos de quince días, el Ejecutivo ha recibido, en el campo social, económico, criminal, diplomático y político, avisos del peso de la realidad sobre el deseo.
Avisos de cómo el poder de la naturaleza -la epidemia, el temblor y faltan los huracanes- puede desfigurar la naturaleza del poder y descarrilar por completo un proyecto si no se reajusta el margen de maniobra, se redefinen las metas y se construyen alianzas económicas y políticas, ante la consecuencia de esos fenómenos.
Avisos de cómo mover el engranaje de la estructura económica sin asegurar su funcionamiento y a costa de vulnerar la confianza -contracción del 10.5 por ciento según el FMI, presiones de inversores y amagos del embajador estadounidense recomendando no apostarle a México- puede hundir aún más la economía, prolongar la recesión y colocar al país en una situación social peor a la que se quería remontar.
Avisos de cómo el crimen organizado y desorganizado, al secuestrar a un general de brigada, asesinar a un juez y su esposa, colocar un carro bomba en una refinería, poner de cabeza a esta o aquella ciudad y atentar contra el secretario de Seguridad de la sede de los Poderes, puede descarrilar al Estado, agregando un factor de terror e inestabilidad a la circunstancia.
Avisos de cómo, en pos de ser reelegido, a Donald Trump poco le importa hacer uso del mandatario vecino, someterlo a capricho y jugar con él como si fuera un llavero, lo que puede terminar por acabar con la autoridad e...
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