SOBREAVISO / Calendario deshojado

AutorRené Delgado

Sólo en México las hojas del calendario se traspapelan y hacen ruido al caer así como las citas establecidas en la agenda se borran y se olvidan. A ese marasmo hemos llegado.

Cuestión de ver el desfasamiento del calendario postelectoral en materia jurídica, política y social que, de pronto, obliga a preguntar: ¿habrá 1 de septiembre y 1 de diciembre este año?

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La agenda y el calendario del Tribunal Electoral de cara a la declaración de validez de la elección presidencial son un crucigrama difícil de resolver y encierran una paradoja singular.

Los magistrados deben declarar válida o no esa elección el 6 de septiembre de este año, pero el informe final del gasto de los partidos durante la campaña -eje de la inconformidad con el resultado- estará listo el remoto miércoles 30 de enero de 2013. ¿Cómo se va a emitir esa declaratoria si, en su fecha límite, se carecerá de aquel informe?

Hay quienes dicen esa es una minucia sin importancia, porque el rebase en el tope de gasto no constituye motivo de invalidez de la elección. Hay un pero, sin embargo. La denuncia del lopezobradorismo, hecha por quienes mascan rieles sin perder el esmalte de los dientes, finca la inconformidad en la falta de equidad en el concurso electoral establecida en la Constitución y no en el Código Electoral. Y, entonces, si se demuestra que el partido tricolor no sólo rebasó el monto autorizado a gastar, sino que ese extra derivó del lavado de dinero, el asunto pasaría al terreno penal y no sólo electoral.

Ante esa posibilidad, los defensores de aceptar las cosas traen un as en la manga: será menester probar que el uso de dinero lavado fue determinante en el resultado electoral pero, para ese entonces, el tema en boga será la baraja de los precandidatos al 2018.

¿Qué valiente le pone fecha a la resolución de la resolución de la resolución sin efecto?

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La agenda y el calendario político son otro galimatías. Ahí la sazón del caldo de la incertidumbre, cada actor la pone a su entero gusto.

En ese campo destaca la mancuerna desintegrada por Felipe Calderón y Gustavo Madero. Parecen víctimas de un ataque de esquizofrenia y, por la evidencia, el peñismo encontró abrigo en Calderón, pero no en Madero, aunque tanto el uno como el otro dudan, sudan y se contradicen.

¿Por qué decir eso? Bueno porque Felipe Calderón reconoce el triunfo de Enrique Peña pero, luego, le resulta imperdonable la compra de votos y pide castigar a quien lo hubiera hecho y, a la semana siguiente, le...

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