SOBREAVISO / Debatir, no polarizar

AutorRené Delgado

Tanto ha anunciado Andrés Manuel López Obrador cuanto quiere hacer, que liberó a Enrique Peña Nieto de la obligación de responder por lo que hizo. En esa tesitura, generó una paradoja: inquieta lo que pueda ocurrir, no asombra lo sucedido.

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Esa paradoja ha dado lugar a infinidad de contrasentidos y, algo peor, ha reanimado la polarización.

Es un contrasentido que Enrique Peña Nieto presuma haber cumplido, según él, la mayoría de sus compromisos y eluda hablar de la inconmensurable crisis que hereda en materia de seguridad, derechos humanos y corrupción. Es un contrasentido que los gobernadores digan sentirse como "invitados" ante la proyectada política de seguridad pública, cuando, en ese campo, muchos de ellos han sido unos "gorrones" o "conchudos". Es un contrasentido -por el debate sin matices- temer por la militarización de la seguridad, cuando por la puerta de atrás ésta se militarizó desde hace tiempo. Es un contrasentido repudiar la amnistía a los corruptos, cuando por décadas la impunidad ha sido su salvoconducto y, ahora, es menester decidir qué hacer con el pasado y con ellos.

Infinidad de paradojas o contrasentidos se están dando a raíz del afán de Andrés Manuel López Obrador de ocupar y acaparar el espacio mediático, sin encontrar en la pausa y el silencio la oportunidad de exhibir, sin denunciar, al gobierno saliente de Enrique Peña Nieto.

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En el plano del querer, qué mejor que tener de vuelta en los cuarteles a las Fuerzas Armadas y contar con gobernadores volcados en la profesionalización de las policías estatales. La realidad, sin embargo, es otra. Los gobernadores que ahora demandan ser tomados en cuenta, resbalaron su responsabilidad en materia de seguridad a la Federación. Hay regiones dominadas por el crimen, y las policías -dicho con suavidad- no funcionan. De hecho, si se devolviera a las Fuerzas Armadas a los cuarteles, en más de un lugar, gobernaría a sus anchas el crimen, no los susceptibles mandatarios estatales.

El debate anterior, no el actual, se concentró en determinar si convenía o no un mando único o mixto policial, pero nunca se abordó en serio a quién mandar: las policías municipales y estatales están destrozadas, así como una buena porción de la federal y la de investigación están penetradas o corrompidas por el crimen.

En cierto modo, vía fiscal, los contribuyentes hemos subsidiado al crimen, poniendo a su disposición personal vehículos, equipo y armamento a través de las policías que, lejos de...

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