SOBREAVISO / ¿Democracia sin demócratas?

AutorRené Delgado

Construir una democracia sin demócratas y enderezar un Estado con políticos chuecos no es una quimera... es una tontería, un imposible.

Por eso asombran las cuentas de Gobiernos, partidos y candidatos con los resultados del domingo pasado. Festejan o lamentan la cantidad de votos, despreocupados por completo de la calidad de éstos. Les importa el número de votos, no el procedimiento como los obtuvieron. Les interesa la elección, no la democracia. Buscan la alternancia, no la alternativa.

Por si eso no bastara y sin considerar las seis Gubernaturas en juego el año entrante -a excepción del Estado de México- ni el desastre en que tienen hundido al País, Gobiernos y partidos salivan ante el 2012, cuando ni siquiera saben qué van hacer el próximo fin de semana.

Pese al creciente distanciamiento con partidos y Gobiernos, la ciudadanía salvó la jornada electoral del domingo pasado y resolvió arrojarles un salvavidas para evitar que la vulneración del Estado de Derecho arrase también con la democracia.

¿Cuántas veces más aguantará el electorado que su voto sea objeto de compra, coacción, amedrentamiento, chantaje, condicionamiento o presión? ¿Cuántas veces más tolerará que al despilfarro de la fortuna que reciben los partidos se sumen recursos públicos y eventualmente el limpísimo dinero del narco? ¿Cuántas veces más soportará la ciudadanía verse marginada del proceso electoral y, luego, arrastrada a las urnas para votar contra la pared?

Quién sabe cuántas veces más lo aguante, pero si Gobiernos, partidos y candidatos insisten en reducir la democracia a lo electoral, lo electoral a un concurso de chapucerías, la participación ciudadana a la emisión del sufragio y el Estado de Derecho al monopolio exclusivo de su impunidad, aquella distancia se traducirá en el peligro de una fractura.

Quién sabe cuántas veces más lo aguante, pero agregar al malestar económico y social la frustración política y la violencia criminal suena explosivo.

Levantan el ánimo batallas como la desplegada por Xóchitl Gálvez o triunfos como el de Gabino Cué pero, en el fondo, resulta inconcebible que los comicios no sean oportunidad para elegir políticas, sino ocasión para castigar agravios que, tiempo atrás -ahí está el caso de Oaxaca-, debió sancionar el Estado de Derecho y no la democracia.

Sí, las elecciones deben premiar o castigar a los participantes colocándolos o no en posiciones de Gobierno o representación, pero no puede ser que la participación ciudadana en los...

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