SOBREAVISO / ¿Después los pobres?

AutorRené Delgado

La hora, el momento y la circunstancia urgen al Ejecutivo a replantear la estrategia si, en verdad, quiere constituir un gobierno nacional.

De seguir por donde va, el plausible y legítimo propósito de atender "por el bien de todos, primero a los pobres" podría desvirtuarse al punto de arrojar por resultado precisamente el contrario. Pueden gustarle o no los pronósticos sobre el agravamiento de la crisis económica a causa de la epidemia, pero no ignorarlos. El perfil de ese cuadro es terrible, triste y peligroso en extremo. Más muertos, más desempleo, más pobreza, más hambre, más desigualdad, más marginación, más decrecimiento y, a la postre, más inseguridad y violencia.

Así, los pobres no serán primero, sino después... a saber cuándo.

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Si la determinación presidencial de operar un cambio radical para revertir la desigualdad, la corrupción y la impunidad sin vulnerar la democracia, descuadrar la economía ni provocar una ruptura supone una hazaña difícil e inaudita, la nueva circunstancia reclama mucho mayor inteligencia y apertura política, así como el reconocimiento cabal del margen de maniobra y del alcance del mandato.

Bajo esa reconsideración sería menester jerarquizar y acompasar las prioridades, bajarle a la confrontación y la diatriba, buscar aliados en vez de rivales reales o ficticios y, en esa condición que es prerrequisito, atemperar la adversidad, generar confianza y recalcular qué de lo pretendido se puede realizar. Querer no siempre es poder.

No hacerlo y caer en el garlito de que basta radicalizar la postura y apretar el paso para alcanzar el objetivo puede terminar en un desastre. Una debacle de una dimensión desconocida. Una tragedia social, económica y política que, a diferencia de otras ya sufridas, no tendría red de protección. Una calamidad ante la cual el reparto de culpas no desvanecería el tamaño de la responsabilidad adquirida por Andrés Manuel López Obrador.

Síntomas de esa posibilidad comienzan ya a resentirse en la relación del Ejecutivo con el empresariado, la inversión extranjera, los gobiernos estatales, la burocracia, los médicos, las mujeres, los periodistas, los investigadores, creadores y artistas e, incluso, en el triángulo de la relación gobierno-partido-parlamento.

Cuanto más tiempo ocupe y distancia avance el mandatario por el sendero escogido -que, de pronto, tiene el trazo de un callejón-, más difícil será rectificar y aplicar los correctivos para retomar la calzada que, vaya paradoja, le dé un...

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