Sobreaviso / Partidos secuestrados

AutorRené Delgado

Los partidos no, pero los precandidatos ya están listos -al menos, eso creen- para arrebatarse la candidatura presidencial y, de ser el caso, participar en una elección que, por cómo se presenta, será el resumen no de una interesante competencia sino de una lamentable y peligrosa incompetencia política.

Los partidos no están listos por una simple razón: están secuestrados por los precandidatos y el respectivo grupo que los impulsa a apropiarse de la ansiada candidatura. El desenlace de ese concurso de incompetencia es toda una amenaza. En nombre de la democracia, están dispuestos a acabar con ella. Algo de fundamentalismo hay en todos ellos.

No hay ningún secreto como tampoco el menor pudor en esa circunstancia. Roberto Madrazo tiene secuestrado al PRI. Andrés Manuel López Obrador al PRD. Y el PAN... el PAN no tiene claro si está secuestrado o si es un secuestrador.

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La crisis del Partido de la Revolución Democrática es impresionante. El partido está secuestrado por su más fuerte precandidato, Andrés Manuel López Obrador, pero éste a su vez está entrampado por la capacidad de operación política de quien fuera su operador político, René Bejarano.

Andrés Manuel López Obrador parece desinteresado en apoyarse en su partido y, a partir de una actuación concertada y articulada, salir del entrampamiento en medio del cual se encuentra. En su lógica, no es él quien debe apoyarse en el partido; es el partido el que debe apoyarse en él. Aun habiendo sido presidente del partido, López Obrador no se ve ni se contempla como un hombre de partido. Su idea es otra, es el partido de un hombre.

Si ese problema provoca una tensa relación entre el precandidato y su partido, peor es la relación entre el precandidato y quien fuera o es su operador político, René Bejarano. Andrés Manuel López Obrador no acaba de deslindarse de Bejarano por una simple razón: Bejarano tiene una red de poder en el Distrito Federal que el precandidato considera imprescindible para coronar su aspiración.

López Obrador sí ha hecho una que otra tibia declaración tratando de pintar su raya frente a Bejarano, pero lo cierto es que no se separa de él. No advierte que esa cercanía lo vulnera y desprestigia a él, al tiempo que vulnera y desprestigia a su partido. El tabasqueño no advierte el daño que le provoca ese operador político que ha hecho del chantaje y la violencia el verdadero fuero de su impunidad.

Lo honestidad valiente de Andrés Manuel quedó hecha trizas con la actuación...

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