SOBREAVISO / Política del absurdo

AutorRené Delgado

Qué absurdo. En el marco de la polarización y la ausencia de un debate serio y, aún bajo la amenaza creciente de una recesión, se pierde tiempo valioso y se reniega de la política.

De un lado, algunas demandas que hoy reciben atención y encuentran respuesta son cuestionadas, cuando no repudiadas, por quienes las abanderaban. Tal es el rechazo que se intenta deslegitimar, obstaculizar o frenar al gobierno, al tiempo que -en otro absurdo- se le exige actuar.

De otro lado, cuando algún cuadro de Morena o funcionario del gobierno presta oído a posturas serias y sustentadas, distintas a la oficial, o propone recalibrar acciones, los radicales de la Cuarta Transformación se le van encima. Le reprochan dialogar con quienes no hay por qué hablar, así tengan algo que aportar, o no actuar con el debido fervor y disciplina.

Ciertamente, el modo presidencial -más mesurado estos últimos días- no siempre contribuye a distender o relajar esa atmósfera que, a la postre, dificulta dinamizar la política y la economía en beneficio del país. Comoquiera, en la tensión y confrontación prevaleciente, se advierte un problema de más fondo: hay quienes resisten la consecuencia política derivada de la elección y hay quienes consideran que, instalados en el gobierno, no hay por qué escuchar críticas ni sugerencias.

Si en lugar de buscar un entendimiento se siguen tendiendo zancadillas, el tropiezo lo sufrirá no sólo el gobierno, también el país en su conjunto. Cambiar sin cambiar es una ilusión insostenible.

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Abarátese la democracia, pero sin reducir su costo. Desde hace años, muy diversos sectores han cuestionado el costo de la democracia mexicana, el monto de las prerrogativas destinadas a los partidos y el gasto del Instituto Nacional Electoral. Hoy que los morenistas Tatiana Clouthier y Mario Delgado formalizan la intención de reducir a la mitad el financiamiento público de los partidos, quienes ayer reclamaban hacerlo resisten la idea. Pretextan infinidad de motivos para no recortar las prerrogativas, siendo que éstas -por su monto creciente-, lejos de fortalecer, debilitan la relación partidos-ciudadanos y no garantizan que los partidos no echen mano de fuentes indebidas de financiamiento. ¿Cómo justificar que faltando recursos para atender necesidades fundamentales y en el marco de una política de austeridad todos pongan, menos los partidos?

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Combátase la corrupción y la impunidad, pero sin llevar gente a prisión. Ante la decisión de vincular a...

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