SOBREAVISO / Recapitular y avanzar
Autor | René Delgado |
El tiempo corre y seis años nada son en la pretensión de hacer historia sin ruptura y asegurar un futuro con certeza.
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En esa idea, cada día cuenta enormidades.
Cada amanecer exige tener muy claro el objetivo, la agenda y la tarea, como también el mapa, la ruta y el ritmo a imprimirle a la jornada porque, cada anochecer, cae como una losa ante la posibilidad de acercarse o no a la meta. Por si eso fuera poco y por absurdo que parezca, la prisa demanda pausar y reposar decisiones y acciones a fin de calibrar con precisión si éstas arrojarán el resultado esperado y no el contrario.
Sí, vale trabajar doble jornada en el ánimo de duplicar el plazo impuesto por el calendario sexenal, pero las políticas reclaman su propio tiempo para fraguar y garantizar su consistencia. Un tiempo ajeno a la voluntad.
Si esa multiplicidad de factores se ignora o descuida, por firme que sea el propósito de avanzar en una dirección precisa, es muy fácil perderse en el laberinto de la ansiedad y la obsesión.
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Por lo demás, en el proyecto anunciado e iniciado por el gobierno influyen condiciones internas y externas. Variables fuera del control que, a querer o no, es menester considerar a fin de determinar qué sí y qué no se puede realizar y en cuánto tiempo.
Si en sexenios anteriores esas condiciones fueron el pretexto ideal para no hacer cambios necesarios y hacer del gradualismo a paso lento la expresión refinada del conformismo y la mediocridad, ahora no pueden irse al otro extremo: ignorar las condiciones que dificultan o facilitan el cambio y pretender operarlo a como dé lugar. Tan malo lo primero como lo segundo.
En ese sentido, la celebrada y criticada expresión "de que va, va" o "me canso ganso" contienen una dosis de arrojo, pero también de arrogancia.
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En el momento mexicano, las condiciones internas son tan interesantes como complejas.
En lo social, hay entusiasmo ante la acción gubernamental. Sin embargo, ese impresionante apoyo deriva en parte del hartazgo y enardecimiento provocados por la indolencia y la corrupción de las administraciones anteriores. Es, pues, volátil. Dadas las expectativas generadas por la nueva administración, la explosiva situación social y la bárbara violencia criminal, si ese ánimo no encuentra reflejo del discurso de campaña en la obra de gobierno en corto o mediano plazo, el aplauso podría pasar al vituperio, o bien, el apoyo transitar al repudio, abriendo más espacio a la violencia ante la ausencia de canales de...
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