Sin sombra, sin cerebro, sin pies ni cabeza

AutorHugo Hernández

* El Hombre sin Sombra (Hollow Man) Dirige: Paul Verhoeven Actúan: Kevin Bacon,

Elisabet Shue, Josh Brolin. Estados Unidos, 2000

El Hombre sin Sombra es una de las películas más fallidas de la temporada, punto y seguido. Inútil buscar comparaciones, porque aquí sí prácticamente todas serían desventajosas pensando en las cintas que previamente partieron de una situación similar. Y es que si por lo menos hubiera tenido la virtud de no tomarse en serio y burlarse desde el interior, se habría evitado la pena de que las burlas se acumularan desde el exterior, como de hecho sucede. Porque si en Invasión (Starship Troopers, 1997), su penúltimo largometraje en una carrera que está francamente a la baja, el veterano holandés Paul Verhoeven imprimía un tono sarcástico que le impedía a la película irse directamente al tacho, aquí impera una pedante solemnidad, la cual poco ayuda a la mediocridad imperante, ésta sí terriblemente visible.

Verhoeven regresa sobre las huellas del hombre invisible: el endiosado doctor Sebastian Caine (Kevin Bacon) y su equipo han descubierto la forma de hacer invisible una buena variedad de animales, pero no sólo eso, sino que el geniecillo ha encontrado también la manera de hacer el proceso reversible. Y cuando ya debiera entregar cuentas a los impacientes miembros del Pentágono y todos pudiéramos irnos felices a casa por tanto edificante avance científico, el muy canalla decide experimentar con seres humanos a espaldas de sus patrocinadores. Por supuesto que se ofrece como voluntario y cuando lo hacen invisible que desaparece: y de verdad que ya no lo volveremos a ver. Porque cuando intentan hacerlo visible de nuevo, pues, ¿qué creen?, que seguimos sin verlo. Evidentemente sus predicciones fallan, ya que como se explica en un revelador discurso de ciencia de altura, el hombre "es más complejo": si hubiera inventado el hilo negro seguramente habría tenido mejor suerte. Y es entonces que los problemas empiezan, pero para el espectador.

Sinceramente ignoro qué encontró Verhoeven en el moralino guión como para decidir filmarlo. Porque desde el mismo inicio es evidente que no llegará a un feliz destino. Arranca con un tono científico que repite el discurso light de Jurassic Park, con todo y la moraleja de la segura venganza divina por andarle alterando el orden de las cosas a las patentes de Dios, y Sebastian blasfema al sentirse Dios mismo. Enseguida viene la parte más sabrosa porque el...

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