Sueña despierto

AutorEdgar Contreras

El "Piojo" casi no duerme.

Es uno de esos tipos que pueden desvelarse hasta altas horas de la madrugada y despertar como si nada tras dos o tres horas de sueño. Le gusta desmenuzar la próxima fechoría de Francis Underwood en la Casa Blanca, la perspicacia con la que Jack Bauer frustra en 24 horas un ataque terrorista o la transformación de Teresa Mendoza en la Reina del Sur.

Miguel Herrera opina de todo pero, contrario a lo que aparenta, está bien informado. Por eso cuando el 30 de agosto se inundó el Periférico Sur, él analizó los problemas de la basura y el drenaje.

A sus 50 años ya recibió muchos palos como para desbocarse, en lo personal y en lo futbolístico. Ya no es el tipo que reaccionaba por puro instinto. En la cancha también aprendió a ser frío en los planteamientos y caliente en la exigencia. En la Final nulificó al efectivo y calculador Cruz Azul de Pedro Caixinha; poco se habló de ello, pero le dio un repasón al portugués y no hay que ser un experto en fichitas y esquemas para notarlo.

Miguel se tomó su tiempo para superar a la Selección Mexicana y luego volver al América. El cese del Tri le dolió hasta el alma, pero jamás culpó a su hija Mishelle ni a nadie de lo que ocurrió aquella mañana del 27 de julio de 2015 en el aeropuerto de Filadelfia. El "Piojo" blinda a su familia, no hay nada más sagrado. Por eso, su nieto Óscar tiene las libertades que envidiaría cualquier jugador de las Águilas. "Sus papás lo educarán, pero cuando él llega a mi casa puede hacer lo que quiera", confiesa. El yerno, Óscar Escobar, es su auxiliar técnico.

Otro de los afectos de Miguel es su compadre Enrique Mañón, quien también la hace de representante. Lo acompaña hasta a una cena en un viñedo con motivo del 14 de febrero. El "Piojo" es leal. Odia la mentira, sobre todo la mentira, por eso no le queda de otra que ser frontal. Si hay algo que el futbolista agradece es que su técnico vaya de frente. A Miguel podrá cuestionársele el tacto, pero hasta ahí.

No tuvo empacho en regresar a la realidad a Henry Martín cuando el chamaco soñaba con ser mundialista en una posición en la que sobraban jugadores. Con sus figuras es paciente, pero tiene...

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