Sugerencias del Gourmet / Una experiencia celestial y terrenal

AutorG.L. Othón

Se ha gestado lentamente. Una a una, las opciones se han ido sumando y forman ya una ruta gastronómica. El rumbo es hacia Avenida México, entre López Mateos y Juan Palomar.

El nuevo vecino habita la finca que dejó, muy aclientada por cierto, el restaurante La Tequila. Si usted es un tanto despistado, muy probablemente no se dé cuenta del cambio.

Se nombraron La Divina Tentación, y ofrecen, con particular estilo, cocina mexicana del centro del país y variaciones sobre el mismo tema.

El espacio es un viejo conocido al que se le han hecho mínimos redecorados. Sigue allí la rampa para ingreso en auto, el amplio estacionamiento, el recibidor, el salón comedor en dos áreas, la barra, la caja, y finalmente, enorme, la visible cocina.

Esta última es un delicado punto, pues para que sea digna a los ojos de los comensales, es necesario mantenerla limpia, ordenada y en perfecto estado general. Ver cómo se forman y se cuecen las tortillas puede ser un ilustrativo momento, siempre y cuando no haya alrededor trastos sucios ni refrigeradores que no sean ejemplo estricto de las normas básicas de almacenaje.

Pero pasemos a lo que podemos considerar verdaderamente venido del cielo: el servicio y la atención que eficientemente otorga todo el personal. Desde el valet, la hostess, el capitán, los meseros, los garroteros, los cocineros y los baristas; todos trabajan armoniosamente, todos contagian esa sensación, todos juegan en equipo. Es inevitable, uno se siente cómodo y bienvenido.

Una vez ganado ese difícil punto que suele ser el talón de Aquiles de la mayoría de los restauradores, vayamos de lleno a la cocina.

De entrada, unos tlacoyos estilo Toluca, son rellenos de papa guisada y los anuncian hechos con masa azul. Éste fue el primer pecado capital que no alcanza perdón, pues aunque los tlacoyos estaban de buen ver, la masa de nixtamal no podía esconder los borbotones de pintura con los que pretendían simular una auténtica masa de maíz azul.

Hay dos soluciones posibles a la carencia de este ingrediente y ninguna de ellas está en un frasco de pintura vegetal. Una es ofrecer al cliente masa azul sólo cuando la haya disponible, digamos como un especial de temporada. La otra es llamar a Minsa, el fabricante de harinas de maíz, y solicitarle unos cuantos bultos de su auténtica harina azul.

Continuamos con un par de sopas tradicionales, la de fideos, que era una completa delicia; y el caldo de hongos de La Marquesa, que también es típico del Ajusco, sazonado con...

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