Sugerencias del gourmet / Una conquista de corazón

AutorG.L. Othón

Es cierto que no todo lo que brilla es oro, y que no todo lo malo está siempre a la vuelta de nuestra esquina. Aquí nos encontramos con un caso de exportación de calidad y de excelencia en el servicio y, lo que es más interesante, se trata de una empresa olímpicamente tapatía.

Que sea doña "alcachofa" la signataria de tan notable proyecto, no deja de sorprender, aunque ésta haya marcado durante siglos la evolución de la cocina Mediterránea y haya aparecido estos últimos años como gran sanadora en complemento de dietas y mejoramiento de la calidad de vida. La alcachofa se ha instalado en uno de los corazones de la Ciudad de México, aunque tiene su origen en la Colonia Providencia de nuestra Guadalajara.

¿Qué importa destacar de este proyecto gastronómico exitoso? Pues, su cocina, su inteligente gestión y el mantenimiento de la calidad, incluso fuera de su entorno natural: Para mejor comprender el alcance de este proyecto decidimos visitar Corazón de Alcachofa aquí y en el Distrito Federal. Salvo tenues excepciones, que mencionamos en lo que sigue, las cosas fueron muy similares en ambos casos, lo que en sí, es un logro y un importante aspecto de la inteligente gestión que mencionamos. El Corazón de Alcachofa, cuenta con su web y reservas en línea, lo que nos facilitó en ambos casos el acceso directo a la mesa.

Estuvimos primero en el restaurante que dio origen a este proyecto: el de Guadalajara. Llegamos un poco temprano a la comida y el restaurante estaba todavía poco concurrido, pero estaba lleno cuando nos retiramos. Al interior nos recibe una decoración que no invade, una apacible combinación de luz natural y artificial y mesas adornadas con mesura y simpleza, un bar atraviesa parte del local, sin estridencias, amplio y nítido, al igual que en el local del DF, en San Ángel; allí, en viernes por la noche, se intuye desde la calle el lleno total pero el también ágil valet parking se esmera por no entorpecer el ritmo de los clientes que llegan. Al entrar, las mesas se ven animadas quizás más en la terraza (para fumadores), a pesar de la fría noche.

En ambos casos, grandes pizarras blancas ofertan el menú y recorren cada una las mesas acompañadas por meseros que razonan respondiendo eficazmente -por lo menos los nuestros- las consultas. Se trata de una carta extensa y ordenada por: entradas, pastas hechas en casa, carnes, pescados, algunos mariscos y postres. La carta de vinos al reverso de la pizarra, opta por una oferta con gran variedad...

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