Sugerencias del gourmet / Con esencia picante

AutorG.L. Othón

El mundo es un lugar pequeño: en una calle acendradamente tapatía que lleva su nombre en honor a un escritor español, un chef londinense ha abierto un espacio dedicado a cierto tipo de cocina típicamente africana, pero que toma sus orígenes de la gastronomía portuguesa, enriquecida profusamente en la conquista de América Latina. El lugar en cuestión se llama Peri Peri Grill House y, visto desde esta perspectiva, es un espacio global.

Peri Peri toma su nombre del chile o adobo que, a través de los portugueses, se afincó en los gustos de los pobladores de ciertas regiones de África, y del cual hoy se dice que hay tantas salsas peri-peri como cocinas existan en aquel continente, así que al saber que existía una de esas tantas variantes a disposición en nuestra Ciudad, no dudamos en ir a probar.

El lugar se montó en la cochera de una casona, mas no por ello se percibe improvisado, al contrario, aquí se ve dedicación y cuidado a los detalles que son fundamentales para los comensales.

Revisamos su carta de vinos, bien avituallada con etiquetas argentinas, estadounidenses, españolas y australianas, pero era tal el calor del mediodía que preferimos un par de refrescantes sangrías españolas, hechas con vino tinto, jugo de naranja, de limón y agua mineral, las cuales realmente nos reanimaron.

Como deseábamos llegar directo a la picante especialidad de la casa, pasamos rápidamente por sus entradas, seleccionando unos calamares que venían bañados ligeramente en jugo de limón y hierbas finas; una sencilla y fresca entrada.

Pasado este tiempo fuimos directo al plato principal, el cual compartimos entre dos. Se trataba del Peri Classic, un pollo entero marinado por 24 horas en esta salsa -según presume la carta- y lentamente asado, el cual iba de la mano de un arroz a la jardinera y una ensalada mediterránea.

Junto a ello llegó una hogaza de pan caliente y la cereza en el pastel: tres recipientes con salsa peri peri, una original, otra agridulce y la última con mayonesa. Las tres eran precisas, equilibradas y llenas de sabor, dignas representantes de un lugar que las toma de protagonistas.

Como verdaderos aborígenes nos dejamos ir sobre nuestra víctima. Al jugoso pollo nos tomó tiempo someterlo, pero nos dio la oportunidad de comprobar, bocado a bocado, que esta salsa hecha con toques de chile, ajo, limón, vinagre, especias y aceite de oliva, casa perfectamente con carnes.

Finalmente un poco de dulce calmó la picante sensación en el paladar. De entre tres...

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