Sugerencias del gourmet / Está llena de sorpresas

AutorG.L. Othón

Todo empezó bien, desde el conocer la nueva asignación: en estas calurosas fechas siempre se agradece un restaurante de mariscos. Este lugar está en una zona de la Ciudad que, aunque no está muy definido como marisquero, cuenta con una variada oferta en la que podemos encontrar los mariscos Memín, El Carnal y El Zarandeado.

La Ballena Rellena es, digamos, el más discreto y pequeño de ellos, aparentando ser un puesto de mariscos de carrito. Y es que de entrada te recibe ese primigenio artefacto con el que empezó a servir hace 16 años.

Sin embargo, está ubicado dentro de una gran terraza donde se encuentran las mesas y sillas de plástico blanco que dan la apariencia de puestito costeño provisional y que crean la sensación, junto con el gran toldo que genera bastante calor, de estar en la playa.

Como ya lo decía, el espacio es pequeño -albergará a no más de 60 personas-. Un poco de plantas, cuadros con motivos oceánicos y el mini jardín con juegos infantiles completan la escena.

Ya posicionado, revisando los cambios y novedades del menú, además del buen servicio en mesa (tostadas deshidratadas, galletas saladas y cerca de cinco salsas de botella y dos caseras -una roja de jitomate cocido y chile de árbol, muy picosa, y otra verde de chile serrano y tomate crudo, un poco más amable), el mesero se acercó con su libreta de pedidos y un caballito o "shot" de caldo de camarón. Explicó que era de cortesía.

Yo solicité una naranjada; las hacen en estos copones enormes, mejor conocidos como Chabelas, con agua natural o mineral, y les quedan ricas y frescas. Mientras, daba cuenta del caldo.

Su sabor es muy completo, se siente lo salado del camarón seco con cabeza, pero también la frescura de aquellos que son tiernos; también se aprecia un recaudo de jitomate y cebolla, además de los trozos de ésta. Pero, sobre todo, lo que más destaca son las horas que pasó reduciéndose al fuego y logrando un gusto intenso y profundo.

Antes de terminarlo agregué unas gotas de limón y media cucharada de la salsa verde. Lo combiné con tostadas y créame usted que por un momento pensé en sólo comer litros y litros y ser feliz.

Para poder dar un testimonio lo más amplio posible de su extensa carta, ordené variado y de un tirón: torta ahogada de camarón, tostada de aguachile verde, tostada de pulpo, tostada de cebiche, coctel de pulpo, ostión y callo de hacha, y camarones "a la diabla de casa".

Primero llegó la ahogada, que a mi muy humilde parecer, aunque la "inventó" el...

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