Sugerencias del gourmet / De sabores únicos

AutorG.L. Othón

Esta entrega me alegró el recuerdo y el estómago por partida doble, primero porque regresé a una zona del centro de la Ciudad que, desde mi infancia y juventud, no frecuento tanto pero recuerdo con cariño, y el segundo punto lo revelaré más adelante.

El gusto tiene lógica, puesto que el Mercado del Mar de más tradición y más frecuentado en aquella época era el que todavía hoy se ubica entre las calles Porfirio Díaz y Francisco de Ayza, y donde aún hay fresca variedad en puestos y restaurantes dentro, fuera y en las calles aledañas a él. Este último es el caso del lugar visitado: La Venecia Nayarita.

Es una casa, sobre la mesa, todo lo básico que se puede necesitar: una salsa Huichola, una casera de jitomate tibia, galletas saladas, tostadas, limón y sal de grano.

Al revisar las entradas de la carta solicité tacos de hueva y de marlin, vienen en tortilla normal, de casa, un poco dorados y con cebolla morada y cilantro fresco. El de hueva es de sabor intenso, aunque es fresca y está cocinada con cebolla, me parece que tiene un toque fuerte a mar que no me entusiasmó.

El de marlin es de mejor sabor, a pesar de que el tono del ahumado es muy alto. Revisé nuevamente el menú.

De segundos ordené la mariscada y los camarones Mexcaltitán. Ambos fueron reveladores y únicos. Del primero esperaba un platón plano con toda la variedad de elementos marinos posibles, y no, era un caldo en un bello plato profundo de barro de Michoacán.

Contenía, además de agradable olor, ostiones, camarones, pulpo y albóndigas de pescado; todo en un caldo claro y bien caliente con pedazos de cebolla, jitomate, cilantro y jengibre, correcto, jengibre.

La preparación es de proceso lento, a la cacerola, pero con productos fresquísimos. El pulpo firme, pero suave al masticar, los camarones con cabeza y cáscara, elementos que ayudan al sabor.

Las albóndigas eran compactas y de mucho sabor, y los ostiones, medio cocinados en el caldo, cambiaban la naturaleza usual de hierro y se convertían en un bocado que transitaba entre terroso y amantequillado, deliciosos.

El caldo es cosa aparte, solo, sin limón o salsas, y cuchareado es de una delicadeza difícil de encontrar, y gran parte de la "culpa" la tiene el...

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