Sugerencias del gourmet / Somnoliento oriental

AutorG.L. Othón

Hace rato que no volvía, pero por algún tiempo era parte del ritual: un domingo cualquiera, paseo por el mercado de antigüedades de Avenida México y rematar con un buen tempura en Toyo. O entre semana por la noche explorar y probar una de la gran gama de cervezas que tienen y botanear con sushi, al puro estilo izakaya (bares japoneses con pequeñas porciones de comida y sushi).

Ahora opté por el primer plan. A pesar de llegar "temprano", tuve suerte de encontrar la última mesa disponible.

Se tienen los aditamentos y tecnología necesaria para obtener fuego directo en la mesa; y algo que no había notado, o es que nuevo, las pantallas de TV que tanto odio. ¿Ya perdimos la capacidad de comunicarnos en una plácida comida?

Pero bueno, el servicio a punto de estar rebasado, y aun así haciendo un gran esfuerzo por el buen servir y la atención. Después de ordenar una cerveza de Tijuana y la bebida japonesa más incorporada a la dieta tapatía: calpico, me dediqué a revisar el menú.

Para comenzar solicité un plato de edamame, unas gyosas y unos sushis nigiri.

La cerveza rubia era fresca y con muy poco amargor, debió ser por la buena temperatura. El calpico también fresco y con ese saborcito ácido que me recuerda al lassi indio.

Se aparece el edamame, que son las vainas de soya crudas y verdes que se cocinan al vapor con sal. Son una de las botanas más socorridas en Japón; aquí las entregan en una canasta tradicional de bambú, aunque pocas cumplen con el antojo.

Son suaves y saladitas, bien sazonadas y tiernas; frescas y con el agradable sabor de estar comiendo algo que no pica ni es grasoso, una buena botana.

Casi a la par llegan las gyosas, que se presentan cuatro en un plato rectangular. La textura me llamó la atención, de vista no parecen estar confeccionadas con la pasta tradicional de arroz, con esa consistencia gelatinosa, o fritas a la plancha, que podría ser la otra versión. Las que llegan parecen conformarse de pasta de hojaldre delgada y al horno; se acompañan con dos ingredientes que me sorprenden, pero que acusan el grado de occidentalización: lechuga y limón.

La boca lo confirma, es una pasta hojaldrada y más rígida que la pasta de arroz; el interior humeante y caliente también corrobora la cocción al horno, pero el sabor no es el esperado; la carne no es del todo compleja o barroca, como uno pudiera esperar, y está muy seca. Tomo la gyosa y la ayudo un poco con unos breves "bucitos" en la salsa de soya diluida y mejora muy poco.

Los sushis...

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