Temor a China

AutorGeorge Bush*

AUSTIN.-La defensa de Estados Unidos debe ser el primer centro de la atención de un Presidente, porque es su primer deber ante la Constitución. Incluso en este tiempo de orgullo y esperanza Estados Unidos de América tiene enemigos resueltos, que odian nuestros valores y sienten resentimiento ante nuestro éxito: terroristas y sindicatos del crimen y cárteles de la droga y dictadores desequilibrados.

Debemos proteger a nuestra patria y a nuestros aliados contra los misiles, el terror y el chantaje. Debemos restaurar la moral de nuestros militares, malgastados por recursos cada vez más escasos y por la multiplicación de misiones, con mejor entrenamiento, mejor tratamiento y mejor paga. Y debemos dominar la nueva tecnología de la guerra para extender nuestra influencia pacífica, no sólo a través del mundo sino también a través de los años.

Pero la potencia militar no es la medida última del poder. Nuestro realismo debe dejar un lugar para el espíritu humano. Este espíritu ha provocado, en nuestro tiempo, temor a los dictadores y ha hecho caer imperios. La fuerza más poderosa del mundo no es un arma o una nación sino una verdad: que somos seres espirituales y que la libertad es "el derecho del alma a respirar".

Estados Unidos de América aprecia esa libertad, pero no somos los dueños de ella. Valoramos las elegantes estructuras de nuestra propia democracia pero nos damos cuenta de que, en otras sociedades, la arquitectura variará. Proponemos nuestros principios pero no debemos imponer nuestra cultura.

Sin embargo, los principios básicos de la libertad y la dignidad humanas son universales. La gente debe poder decir lo que piensa, adorar a quien quiera y elegir a quien la gobierna. Estos ideales han demostrado su poder en todos los continentes.

Un Presidente estadounidense deberá promover un hemisferio occidental completamente democrático, unido por el libre comercio. Deberá defender los intereses de Estados Unidos de América en el Golfo Pérsico y hacer avanzar a la paz en Medio Oriente sobre la base de un Israel seguro.

Debe controlar la contagiosa proliferación de armas de destrucción masiva y los medios para distribuirlas. Y debería trabajar conjuntamente con nuestros fuertes aliados democráticos en Europa y Asia para extender la paz.

Dos de las mayores potencias de Eurasia, China y Rusia, están en una etapa de transición. Es difícil saber cuáles son sus intenciones cuando ellas mismas no conocen sus propios futuros. Si se convierten en amigos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR