Tercer milenio: nuevas ansiedades

AutorMoises Naim

Hoy hace mil días REFORMA inició un compendio episódico del Segundo Milenio de la humanidad. La serie se publicó en estas 10 entregas que viajaron desde el amor hasta la guerra, desde el poder del pensamiento hasta el del cuerpo, todo para echar una mirada a lo que fuimos, a lo que somos, y concluir este día con un atisbo a lo que podremos ser en el Tercer Milenio.

Década, siglo y milenio fenecen en un estallido de cambios inesperados. Una era excitante, difícil, comienza. Nuevas tendencias y circunstancias crean incertidumbres inauditas, nuevas ansiedades se agregan a las eternas inquietudes de inseguridad personal, pobreza, guerra, crisis económicas, tumultos sociales o epidemias.

Sin embargo, estas ansiedades clásicas se entrelazarán con mortificaciones postmodernas, provenientes de un mundo drásticamente alterado por la globalización.

¿Cuáles serán las nuevas ansiedades? ¿Cuáles serán los encabezados en los periódicos del mañana, las noticias que lo sorprenderán en el desayuno? Predecir resultados siempre es un riesgo. Por ello, este es más un ejercicio en reconocimiento temprano de tendencias existentes que un pronóstico del futuro. Las siguientes observaciones acaso no incluyan todas las preocupaciones futuras, sin embargo, sí están las importantes y nuevas.

Demasiado Bueno Para Que Dure

¿Cuándo se colapsará Wall Street?¿Cuán profunda y prolongada será su caída?¿Cómo se extenderá a otros países?¿Cómo afectará la economía de otros países?¿Cuáles serán las consecuencias políticas de su derrumbe? Estas preguntas no sólo formarán parte de las preocupaciones de banqueros, corredores de bolsa y políticos. La mortificación por una caída financiera importante delinea una gran variedad de esfuerzos humanos, repercute en las decisiones personales de cómo gastar y ahorrar, de cómo integrar las megafusiones corporativas al plan de vuelo propio y de cómo relacionar las políticas internas de los países con las rondas de negociación de la apertura comercial global.

Mientras la seguridad económica siempre ha sido una importante ansiedad, nunca antes había tantos ciudadanos -sin considerar su ocupación, status social o nacionalidad -tan evidentemente vinculados al desarrollo de una institución específica:la bolsa de valores de los Estados Unidos.

Este nuevo fenómeno esta muy arraigado a cuatro poderosas tendencias que nacen en la década de los 90:primero, las clases medias tienen dinero para invertir, individualmente en los mercados financieros o con una parte de su pensión en el mercado accionario;segundo, los mercados accionarios del mundo son interdependientes y muy sensibles a Wall Street;tercero, inversionistas que sacaron su dinero de la Bolsa de Valores anticipándose a una posible caída, perdieron con frecuencia la oportunidad de ganar aún más dinero;cuarto, los crack financieros ocurrieron de manera recurrente, sorprendieron a los expertos y el efecto se filtró muy rápido por las fronteras de varios países.

Alrededor del mundo las personas con ahorros reciben una dosis diaria de dos mensajes contradictorios en extremo:uno, quienes invierten en la Bolsa son quienes han amasado fortunas, y dos, invertir ahí es una especulación temeraria.Ejemplos de fortunas hechas en la Bolsa de la noche a la mañana abundan.

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