El texano que retó a Enzo (II)

AutorAlberto Bortoni

En 1956, Enzo Ferrari contrató a siete pilotos para competir durante la temporada de 1957. Sólo uno sobreviviría.

A mediados del siglo pasado, ser piloto era una carrera no muy bien pagada y tremendamente peligrosa. Los conductores eran reemplazables para los fabricantes; así tenía que serlo, pues las muertes, sobretodo en competencias de Grand Prix, eran bastante comunes.

Enzo Ferrari era uno de los empresarios más exitosos de las pistas. Sus coches gozaban de un gran prestigio porque ganaban. No era casualidad: las máquinas de Ferrari eran rápidas y los pilotos osados. Quizá un poco más de lo necesario, y en gran medida debió haber sido por la presión de "Il Commendatore".

A la muerte de Ferrari, el piloto Phil Hill recordaba en el New York Times que, durante el Grand Prix italiano de 1961, le hizo saber al empresario sobre un mal diseño del parabrisas que le impedía ir más rápido. Según Hill, Enzo lo tomó personal y su respuesta fue: "quizá debería simplemente presionar el acelerador más fuerte".

Tener buenos pilotos es tan importante como tener buenos coches para una escudería. Tal fue el caso de Carroll Shelby, un texano que se había ganado una extraordinaria reputación en las pistas de Estados Unidos y que Ferrari deseaba tener en el equipo oficial. En 1955 ocurrió un primer acercamiento entre ambos, pero la paga simplemente no era suficiente para el estadounidense.

En 1956, Ferrari contrató a varios pilotos, incluyendo al conde Alfonso de Portago, a Peter Collins, a Eugenio Castellotti y a Luigi Musso, amigo de Carroll Shelby.

Durante la temporada de...

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