AL TIRO / Cambio de régimen

AutorPaco Navarrete

Ya estuvo. Este arroz ya se coció: habemus Presidente. En una pintoresca jornada de austeridad republicana que aprobaría el mismísimo Benemérito, el sábado pasado se llevó a cabo el cambio de gobierno.

Casi, casi se podía oír la voz oficial del estadio "por cortesía de Refacciones El Yonke, anunciamos cambios en la delantera, sale Enrique 'El Miserias' Peña, entra Andrés 'El Rayito' López... El Yonke, lo mejor en autopartes originales y de las otras..."

A mí me gustó: fue sencilla, caserita, pero no por eso falta de emotividad, como festejo de antaño. Digamos el de la Flor Más Bella del Ejido.

Los seguidores del Presidente entrante se volcaron a las calles para festejarlo y hasta para acercarse a él, como la ciclista que, en plena caravana, se arrimó al auto compacto presidencial para saludarlo, tomarle una foto y percibir su gran calidez humana.

Tan relajado se sentía todo que otro pedalista que decidió ahí mismo acompañarlo en su recorrido y hasta hacerla de guardia presidencial... con tan mal tino que los verdaderos guardias lo derribaron con una precisión y mala leche que envidiaría cualquier tacleador de la NFL. Pum.

Azotó la res.

Habría que darles a los guarros un curso intensivo de los nuevos usos y costumbres. O explicarle al Pejidente que tanto baño de pueblo debe ser moderado. No faltará el malora que lo quiera pasar a perjudicar y entonces sí, todo el gobierno estaría en jaque.

Porque la violencia campea. Así está la tenebra, y no por poner en cero todos los indicadores de violencia, ésta va a desaparecer. Todavía falta un rato para que el rayito de esperanza de la cuarta transformación comience a iluminar los rincones más oscuros del territorio nacional.

Pero no nos adelantemos. Como decía: estuvo bien bonito. Para todos tuvo en sus mensajes. O al menos para todos los sectores de la izquierda que lo apoyaron: para los nacionalistas, para los sindicalistas, los ambientalistas, los indigenistas y hasta los mágicos-místicos-espiritistas.

Con decirle que le hicieron una limpia digna de los mejores brujos de Catemaco y lo dejaron rechinando de limpio. Bendito sea.

Para los que no tuvo más que visos oscuros fue para los señores del billete. Para pronto, la mayoría de las cúpulas empresariales -¿hay de otras?- pusieron el grito en el cielo y azuzaron a las marchas fifís, que para pronto salieron a ocupar las mejores plazas. Y cómo no habrían de hacerlo, si nomás llegó y empezó a...

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