AL TIRO / Desastre continuo

AutorPaco Navarrete

Cuando fui contratado por este excelente diario, jamás pensé que entre mis responsabilidades tendría la de ocuparme de reportar desastres. Y heme aquí. No fui enviado a una zona de guerra, ni al epicentro de un terremoto. Tampoco en donde un huracán arrasó todo. Tan sólo vivo en Guadalajara, y es época de lluvias.

México es un país de gran variedad de climas. Hay regiones donde sólo llueve de milagro. Cuando caen unas cuantas gotas, sacan al santo a pasear y hacen festejos que duran una semana. En otras llueve demasiado, en cuestión de días acaban inundados e invocando el plan de desastres DN-III-E.

Y luego está el valle de Atemajac, donde se sitúa Guadalajara: aquí no llueve, sino que el cielo se cae a pedazos. En escasos minutos pueden caer rayos y centellas, y hasta llover sapos.

En días recientes cayó una granizada que no tendría nada de extraordinario: en buena parte del País graniza.

Pero aquí todo es exagerado: en algunas partes, el granizo acumulado alcanzó metro y medio de altura.

Fue un desastre. Casas inundadas de lodo y hielo, familias damnificadas... y un padre de familia ingenioso que sacó a la quinceañera vestida de la princesa de "Frozen" para tomarle sus fotos temáticas.

Fue un desastre, pero tampoco algo muy extraordinario. De hecho, sólo los fuereños que no llegan advertidos quedan pasmados de terror.

Los lugareños ya estamos acostumbrados al espectáculo de luz y sonido sacado de una novela de terror.

Por cierto, hay ya varios textos literarios que toman como punto de partida para el horror las tormentas tapatías. No es para menos.

Una acotación: apunté líneas arriba que los locales ya estamos acostumbrados a tener una temporada de canícula atroz, entre abril y junio, donde el Sol reseca hasta las fuentes, y después un par de meses de chaparrones tan intempestivos como fugaces, pero la verdad es que a muchos cogen desprevenidos.

Por lo general, a todos nuestros gobernantes.

Sólo así se puede entender que año con año lleguen las lluvias con precisión de calendario y aun así los pescan papando moscas: calles a medio pavimentar, alcantarillas medio desazolvadas, árboles con ramas secas...

Los resultados sí son predecibles: el pavimento es barrido por las tormentas, que tapan las alcantarillas, que inundan las calles y por lo tanto...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR