AL TIRO / Sin escape

AutorPaco Navarrete

Una imagen que viene de manera recurrente a mi cabeza es la del entonces presidente Vicente Fox recomendando no leer para evitarse muchos sinsabores y amarguras en esta de por sí perra vida, y en cambio arranarse frente a un televisor por largas horas para disfrutar de un agradable entumecimiento que, con un poco de suerte, podría confundirse con felicidad. Ja.

Pobre tonto, ingenuo charlatán.

El remedio no sólo no cura nada, sino que es contraproducente, pues las dos televisoras nacionales están enfrascadas en una brutal pelea por el rating, tan sangrienta que hace palidecer a los combates de Margarito -el boxeador del ojo cheche que promete convertirse en un culebrón de largo alcance-. Y en su lucha no hacen sino aumentar las dosis de violencia cada vez más explicita, chismes baratos y exhibición de pieles gratuita, a un grado tal que es imposible saber quién muestra mayores niveles de ansiedad, si los adolescentes sobreexcitados, los adultos ansiosos o la abuelita con su cabecita blanca... y su mente calenturienta por no tener nada que hacer más que soplarse la nota roja una y otra vez para dar vuelo a sus miedos más recónditos.

Lo mismo de siempre, pues, pero al doble de revoluciones por minuto.

Es entonces cuando uno voltea a su videoclub favorito, en busca de diversión vacacional más edificante, o al menos más "exótica": lo que es la serie de televisión por cable y lo que viene siendo la película europea.

El problema es que ya no existen los videoclubs, y eso de ir a las sucursales del capitán Barbarroja está muy mal visto, por aquello de que los narcos ya también incursionan en la piratería. Así que la burla de las niñas ñoñas y sangronas dejó de ser "tenemos un papá pidata", para regresar a "tú papá es un pobretón".

Bien, pues existe una nueva solución, que además lo emparenta a uno con esos grupos de hackers libertarios como Anonymous, que invaden los sitios de internet de grandes corporaciones o de gobiernos abusivos. Así, mientras uno disfruta de series o películas gratis, siente que no sólo no le da su dinero a los piratas: tampoco a esas desalmadas empresas que cobran cientos de pesos por una película que luego resulta ser un churro.

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