AL TIRO / Independencia cero

AutorPaco Navarrete

Ahora que estamos por celebrar por enésima vez el famoso grito del cura Hidalgo, habría que decirlo de una vez por todas: la independencia es una virtud sobrevalorada, cuando no francamente ilusoria o de plano nefasta.

Y antes de que alguien empiece a desgarrarse las vestiduras o de plano las plumas del penacho de Moctezuma, aclaro: si hay que compararla con la dependencia, pues entonces no nos queda de otra que ponernos la losa en el lomo y lanzarnos a quemar alhóndigas. Pero por ahí no va la discusión.

Hay una imagen que viene al caso: la infancia de una persona es una etapa de dependencia hacia quienes la están criando. En la adolescencia y juventud es donde prueba la independencia, pero el ciclo no se completa sino hasta la edad adulta, cuando comprende que la vida en sociedad incluye una parte de interdependencia, al menos con su círculo más cercano.

No digo que sea lo ideal: es lo real. Y como dice el Tao, puede uno pelear con la realidad, o puede emplear la misma energía en comprender su funcionamiento.

Todo esto viene al caso en nuestros tiempos turbulentos, cuando estamos tan preocupados por lo urgente que tendemos a postergar lo que es importante: el planeta está cayéndose a pedazos... encima de nosotros.

La pandemia del coronavirus, el desastre económico, la crisis del agua y muchas de las plagas bíblicas que nos azotan tienen una relación íntima y un origen común: el ser humano. O habría que decir los humanos. Los miles de millones de monos sin pelo -algunos- que compramos y desechamos como si no fuera a haber un mañana.

Y quizá no lo habrá... precisamente por lo mucho que desechamos.

Es difícil hablar de esto con quien no tiene ni lo básico, pero también sufre las consecuencias y de peor manera, pero la discusión no solo es importante, ya es urgente.

Porque los avisos sí llegan, y cada vez con mayor intensidad. Tan solo es que los desechamos, algunos de nosotros por ignorancia, otros por conveniencia, pero la realidad terca insiste: sí nos va a cargar el payaso, y como dijo la madre superiora: a todos.

De ahí la futilidad de hablar de "independencia".

Quizás este país dejó de depender de España, quizás no. Habría que preguntar a los banqueros. Pero la interdependencia con Estados Unidos sí es real, y es avasalladora, por lo desigual de la relación.

Vayamos más lejos: de nada sirve que los países menos...

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