AL TIRO / Lo que mal empieza...

AutorPaco Navarrete

Datos para documentar el optimismo: ayer nos enteramos que la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero, sería la obra magna del sexenio anterior en Jalisco, presenta un sobrecosto de alrededor de 340 millones de pesos.

Lo anterior porque los constructores decidieron pasarse por el túnel de la excavadora el procedimiento de construcción y, en pocas palabras, hicieron lo que les dio la gana.

Pero seamos más precisos: los constructores hicieron lo que quisieron porque la autoridad encargada del proyecto, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, fue omisa, en el mejor de los casos. En el peor, incompetente, y por lo tanto corrupta, pues a reserva de que se les compruebe haber rascado el presupuesto en beneficio propio, no olvidemos que la incompetencia es también corrupción.

Del expolio da cuenta la Auditoría de la Federación. De las fallas... un experto que trabajó en las obras.

El sábado 2 de noviembre apareció en este diario una entrevista con el ingeniero Rodolfo Trillo Padilla, una que no tiene desperdicio.

El inge Trillo trabajó cuatro años en la construcción del túnel que atraviesa el centro de la capital jalisquilla, tiempo suficiente para dar fe de los errores y caprichos que tienen a la obra en el suelo, con más de dos años de retraso de la fecha pactada para su conclusión.

Lo primero, que la constructora designada ni siquiera fue la que ofreció el costo más bajo... ni la que más experiencia tiene en este rubro.

Lo segundo, que la SCT le autorizó que el proyecto ejecutivo de la obra pasara al cajón de los buenos deseos. Lo tercero, que la misma dependencia permitió que el túnel se construyera "al revés".

Me explico: para la excavación se contrató una máquina excavadora, que al tiempo que va escarbando apuntala el túnel con losas curvas de concreto, o "dovelas". Así, mientras avanza va dejando terminada la infraestructura básica, u "obra negra", del túnel.

Pero en este túnel correrá un tren, que deberá llegar a un número determinado de estaciones, con accesos, pasillos y escaleras para los usuarios.

Pues bien, tanto el sentido común como el proyecto ejecutivo señalan que primero se construyan dichas estaciones, para que al paso de la tuneladora vaya concluyendo la citada obra negra.

Pues mal: que los genios de la construcción lo hicieron al revés, por la ley de sus deseos. Primero corrió la máquina y encementó las paredes del túnel, dejándolo bonito de chulo... y luego llegó la demás maquinaria, a destrozar...

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