AL TIRO / Mala fama

AutorPaco Navarrete

Tienen razón las buenas conciencias de este País cuando reclaman a los medios de comunicación de la mala fama que está tomando este País en el extranjero: no hacemos más que dar fe de la cantidad ingente de muertos -baleados, descabezados o pozoleados, asegún el cártel- que todos los días aparecen por tugurios y arrabales, pero también en potreros olvidados y hasta en barrios residenciales...

Yo estoy de acuerdo: eso tiene que parar ya.

El problema quedó más que evidente para mí hace unas semanas, cuando regresé a la academia para dictar una conferencia magistral. Bueno... en realidad fui al Primero de primaria de mi hija, a platicarles qué hace un periodista. Pero para el caso es lo mismo.

Lo importante fue que ahí, cada que les pedía que me platicaran una noticia reciente para ilustrar algún ejemplo, invariablemente mencionaron la nota roja. Sentí envidia de los colegas de Metro, y sin posibilidad de aligerar el drama con algunas fotos de muchachas en pelotas.

Y ya se imaginarán: lo que llama la atención infantil no son casos de peatones o bicicleteros atropellados por midibuseros (eso ya no es noticia), ni ruquitos vendedores de tonsol (eso tampoco) que salen despeinados en las fotos, sino el hardcore, los baleados, descabezados o pozoleados, asegún el medio.

Resulta un tanto lúgubre oír a chiquillas y chiquillos de primaria desgranar los detalles más sórdidos de tantos muertos, como si de caricaturas japonesas estuvieran hablando. Me sentí casi igual que cuando aquella niñita, con su hermanito -aún más chico- de la mano, llegaron conmigo, en un balneario con toboganes; me enseñaron un celular y me preguntaron "ire, don, ¿quiere ver la autopsia de Valentín Elizalde?".

Y sí era. Chanclas.

Ya no sólo es la guerra y las balas perdidas, ahora es también el bombardeo de imágenes el que hay que sufrir. ¿A quién le extraña que haya zonas en el País donde se vive una auténtica situación de psicosis de guerra?

Por eso estoy de acuerdo, decía, en que todo esto tiene que parar. ¿Pero cómo?

No nos engañemos, la que tiene que ser detenida es la violencia, no su presencia en los medios. Pretender que suceda esto último es sólo aventurarse en una torpe censura. Es como suponer ahora que no existieron los muertos del 68 porque ningún medio de la época les dedicó mayor atención.

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