AL TIRO / Padrés en Libertad

AutorPaco Navarrete

No sé ustedes, pero el que de seguro pasó el primer puente del año a todo lujo es el ex Gobernador de Sonora, Guillermo Padrés.

Y cómo no habría de ser así, si nomás no lo dejaban salir de la cárcel, por más que le terqueó.

Les pedían uno, dos, cinco... cincuenta millones de pesos como fianza, y a todo decía que sí. A fin de cuentas, dinero no le falta, y valedores tampoco. Y cuando parecía que iba ya a ver la luz del día... el juez dictaminaba: "va pa' atrás".

Digo "el juez", pero en realidad son dos los que llevan el rosario de cargos que tiene en su contra el ex góber. En conjunto constituyen un catálogo completo de las trampas que se les achacan a los funcionarios en los últimos tiempos.

Vamos, si en el patio de la cárcel los presos intercambiaran cargos como los niños de primaria se cambian las cartitas de álbum, Guillermo estaría diciendo "ya... ya... ya..." infinitamente, pues ya los tiene casi todos.

Lo raro sería entonces que lo hayan dejado salir. No "raro", pues también es bastante común. Digamos mejor "extraño". Extraño porque el hijo pródigo de la tribu panista cometió cualquier cantidad de "irregularidades", como si fuera priista de pura cepa. Muchas de ellas ya comprobadas. Y aun así, el hombre disfruta ya de la libertad en toda la extensión de la palabra.

Quizá le falte la libertad formal, porque se supone que los procesos continúan su curso, pero sí debe gozar de gran libertad de espíritu, si juzgamos su apariencia como de gurú oriental, con una barba kilométrica que le envidiaría el mismísimo Osho, si la envidia no fuera tan mal vista por los seres iluminados.

Quizá aprovechó el tiempo en chirona para meditar y entonar mantras muy efectivos, y ahora, con gran paz de espíritu, se dispone a disfrutar de paz y tranquilidad en medio de la naturaleza.

Por ello le vendrá a bien haber sido tan previsor: tiene un rancho gigantesco el angelito, con una presa tamaño llorarás... pagada por el dinero público. O sea, nuestro. Sobre todo el de los sonorenses, que de seguro envidiarán -ellos sí- los miles de litros de líquido acumulado, en un estado famoso por su desierto... y sus sequías.

Pero de los rencores...

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