AL TIRO / Peje a la naranja

AutorPaco Navarrete

Dicen unos rumores que don López Obrador va a Estados Unidos con la frente en alto, en representación de la gran República Mexicana. Son los propagados por la propaganda oficial y la subrepticia, la de miles de bots en las redes.

Dicen otros rumores que va nada más a que lo maltrate el gorila anaranjado que ahora ocupa la Casa Blanca. Son, claro, los que propagan los malquerientes del Peje, que por cierto prometieron largarse en cuanto éste llegara a la silla presidencial... y aquí siguen, haciendo corajes.

Quizá la verdad está a medio camino: él va porque lo llaman. Porque no le queda de otra. Porque mal que bien, somos el primer socio comercial de Estados Unidos... no, perdón: el segundo. Canadá nos acaba de ganar la delantera...

Va porque somos todavía el principal exportador de mano de obra barata allende el Bravo. Y ellos, los principales inversionistas en nuestro país. Somos vecinos, y unos dependemos de otros, nosotros más que ellos. Qué remedio.

Eso no preocupa ni molesta más que a quienes cargan un nopal con todo y ahuates en el lomo. O a quienes se encuentran en el lado equivocado de la historia, es decir, a la oposición en turno.

Que Peña Nieto agachara la cabeza les molestó a los que ahora están en el poder, cuando lloraban por las esquinas, y ahora les toca gritar a los cielos a quienes se encuentran en el difícil lugar de ser oposición cuando ni organización ni fuerza tienen.

Pero una disparatada teoría comienza a tomar fuerza: que si se va unos días a la capital mundial del shopping no es por gastarse unos dolaritos en ropa y chucherías. No.

Se va sólo para tomarse un respiro. Allá lo van a tratar como rey, o al menos como jefe de Estado. Y como al monigote naranja le gusta vivir bien, de seguro que habrá botana y boato. Y a la gorra ni quien corra.

Que si lo maltratan o lo agarran de bajada en alguna rueda de prensa, qué importa. Para empezar, don Peje ni siquiera habla inglés. Basta con que le suavicen los datos cuando le traduzcan las burradas del barbaján, y listo.

Incluso aunque se entere de algún desprecio, don López tiene un cuero de chivo curtido en mil batallas. Aguanta un tren. Si la política es el arte de comer sapos sin hacer gestos, este hombre sí es un político de a de veras.

Y cómo no se va a ir al...

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