AL TIRO / Trabas

AutorPaco Navarrete

Cada que se habla de los obstáculos que tenemos que librar como País para alcanzar el desarrollo suficiente y garantizar un nivel de vida digno para la gran mayoría de los mexicanos, es casi un lugar común hablar de políticos corruptos, trabas burocráticas y el corporativismo sindical. Cierto, ese trío infernal carga con gran parte de la culpa, pero pocas veces se menciona a las empresas que, con un rostro de respetabilidad, también representan una gran e injusta carga qué llevar para el común de la ciudadanía.

Un ejemplo claro es el de los bancos y demás instituciones financieras, fiduciarias o simplemente dedicadas al jineteo del dinero ajeno.

Tuvieron que pasar largos años de quejas y más quejas para que por fin se establecieran límites al robo hormiga en su modalidad de uso de cajeros automáticos: si tú querías sacar una parte de tu propio dinero, o simplemente revisar el estado de tu cuenta, te costaba por partida doble. Te cobraban por el servicio, sí pero también te estaban cargando por un trabajo que ellos han dejado de pagar: cada movimiento que se realiza en un cajero automático es un servicio que ellos se están ahorrando, en salario y prestaciones de un empleado, papelería, equipamiento y renta de espacio. Tú les haces la chamba y en lugar de pagarte, te cobran. Así de obvio y de ridículo.

Ese simple e "inocente" abuso fue eliminado, no por gusto o por decisión altruista de los banqueros: fueron obligados por la ley. ¿Pero por qué lo hacían?: porque pueden. En años recientes, en que hubo pérdidas bancarias y financieras por todos lados, adivinen ustedes en qué país latinoamericano, de media tabla y muy dependiente de sus exportaciones al (dizque) atribulado Estados Unidos, los bancos declararon tener muy saludables ganancias: en México.

Y eso que muchos de ellos ni siquiera se molestan en prestar dinero a quienes intentan crear empresas -y por lo tanto, empleos- o ampliarlas. Lo de ellos es financiar el consumo, sobre todo a través de tarjetas de crédito o préstamos personales. ¿Qué lindos, no? Qué buenas personas.

Pues no: los intereses son leoninos. Ahí está la papa. Y una vez que el ama de casa, el empleado, la trabajadora rebasaron por mucho su capacidad -lo cual no es nada difícil: un kilo de jitomate cuesta ahorita igual que un paquete de estupefacientes con calidad de exportación-, entonces sí, los bancos se vuelven solidarios: nada de amenazar con embargos al que...

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