AL TIRO / Transporte público gratuito

AutorPaco Navarrete

Vaya noticia bomba la de la semana pasada. No es una exageración decir que sacudió no sólo al Estado, sino al País entero. Quizá usted se encuentra en el extranjero y por eso no se enteró, así le que informo: el Gobierno decretó que el transporte público sea gratuito en toda la zona urbana de la capital de Jalisco.

Así, de golpe y porrazo, Guadalajara se ha situado a la par de ciudades de primer mundo, como Luxemburgo, y ha hecho por fin honor a su mote de "capital de la innovación".

Quien tiene la desgracia de leer estos mamotretos sabe que no soy pródigo en elogios a los funcionarios públicos, pero esto hay que celebrarlo... y me pongo de pie para aplaudir al Gobernador del Estado, Enrique Alfaro. No fue una decisión fácil, por dondequiera que se vea, y aunque falta ver qué tan viable resulta ser en el largo plazo, por lo pronto la gente está feliz.

Era una decisión muy difícil porque el transporte público en Jalisco no es propiedad del gobierno, sino de los gobernantes. Más bien, de los ex gobernantes: ex alcaldes, ex gobernadores, ex diputados, pero también líderes sindicales afiliados al poder, viudas bien posicionadas y socios con algún dinerito para invertir en el llamado negocio del "hombre-camión", un sistema donde se supone que una persona posee una unidad y la opera para subsistir... pero los choferes son los únicos que no tienen camión alguno.

De hecho, los llamados choferoces siempre han sido el eslabón más débil del ecosistema. Trabajan turnos inhumanos, sin detenerse ni para comer o hacer sus necesidades, y además no cobran un sueldo, sino una comisión por cada pasajero que suben. Por ello se pelean las rutas más solicitadas y juegan carreritas para ganarle pasajeros a los "compañeros" -más bien su competencia-, con resultados muchas veces mortales.

Miento: el eslabón más débil son los propios pasajeros, así como peatones y ciclistas, que terminan demasiadas veces bajo sus llantas. Una muerte ya es mucho, dos o más son demasiadas, y aquí los números rojos son de vértigo.

En efecto, el esquema hombre-camión ha sido perverso desde su inicio, por una sencilla razón: quien tiene dinero para invertir y los contactos políticos para conseguir una concesión, ¿por qué demonios habría de manejar un pesado...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR