Tolvanera / El ciudadano 'rating'

AutorRoberto Zamarripa

Súbitamente, en el tiempo que tarda uno en cambiar de canal, los concesionarios de medios electrónicos y conductores de distintos programas de noticias, chismes y entretenimientos, quisieron convertirse en ciudadanos. Es decir, hicieron uso de la libre expresión e incluso osaron reclamar su respeto. Enhorabuena. Si los medios concesionados abren sus horas de negocio al debate político y ciudadano ganarán todos, ellos, las audiencias y las instituciones del País. Y si se transita en términos informativos hacia noticiarios de interés genuino del ciudadano antes que la manipulación del ciudadano a través de la noticia, estaremos realmente en el escenario de una sociedad donde sus medios electrónicos concesionados responden verdaderamente a exigencias de pluralidad.

Pero todo indica que no. Que la histeria les abruma. Si algo han demostrado en estos días es que el mundo en el que viven está muy alejado de la vida de los mortales.

Los concesionarios agrupados en la CIRT históricamente han estado acostumbrados a mandar al lado del poder presidencial. No es extraño. La industria de la radio y de la televisión surgió en México no por competencias autónomas de los empresarios sino sobre todo por la gracia del poder presidencial interesado en generar una industria que le fuera leal. No sólo cultivaron esa relación sino defendieron al Presidente en turno como soldados. Al crujir el sistema de dominio monopartidista, los concesionarios supusieron que la alternancia era un simple cambio de siglas en la fachada de la residencia presidencial y a toda costa intentaron mantener la interlocución privilegiada con la titularidad del Poder Ejecutivo.

Aunque la circunstancia los llevó a negociar no en las oficinas del Presidente sino en la cabaña adjunta que administraba su esposa, el efecto fue el mismo.

Algo se quebró en esta segunda semana de septiembre. El poder presidencial, habitualmente interesado en la estabilidad y tranquilidad de los concesionarios, aparentó hacerse a un lado en las deliberaciones sobre la reforma electoral, donde uno de sus capítulos trastocaba la mercantilización televisiva de la lucha por el poder político.

Quizás porque el Presidente de la República, Felipe Calderón, encabezó en su juventud mítines frente a emisoras de radio y televisión cuando impidieron al candidato presidencial panista Manuel J. Clouthier hablar ante la audiencia incluso pagando su mensaje. Quizás porque esté marcado en esa cultura e historia.

Hay política más...

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