TOLVANERA / Diplomacia enana

AutorRoberto Zamarripa

El Presidente de Brasil, Luiz Inácio da Silva, Lula, aprovechó a fondo su encuentro con su homólogo estadounidense, Barack Obama, donde lo instó a "construir en América Latina una nueva relación, una relación de confianza, de no injerencia, de compaginar las cosas buenas". Una relación histórica, le propuso.

Las fotos y las imágenes no dejan lugar a dudas. El pasado sábado, Lula se habló de tú con Obama en un primer encuentro donde campearon las bromas y el ambiente distendido. "Rezo más por usted que por mí", le dijo Lula; "ya parece mi esposa", le replicó el estadounidense, quien no dejó de advertir la admiración que tiene por el liderazgo progresista del tornero hecho Presidente.

El mandatario brasileño, sin duda, ha tomado el liderazgo latinoamericano en beneficio, desde luego, de su propia política interna y externa. Con Obama se ha convertido en puente con los gobiernos de Cuba, Bolivia y Venezuela; también en un aliado en las difíciles negociaciones comerciales con Europa y en un interlocutor inteligente para debatir y orientar salidas de la crisis económica.

No sólo en Brasil atisban la oportunidad. Este fin de semana, en una entrevista con el diario bogotano El Tiempo, el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, declaró que el Plan Colombia ya no era necesario. Y arguyó: "El trato que hemos recibido por parte de sectores de la sociedad civil estadounidense y por parte de sectores del parlamento de ese país es injusto con Colombia. Y le voy a decir algo más: es indigno... Ese es el costo que tenemos que evaluar frente a la efectividad de un Plan Colombia".

Santos, jerarca de un gobierno que fue incondicional a Washington en la era Bush, propone "evolucionar" las relaciones "donde el Plan Colombia ya no esté, y diseñar una política distinta con Estados Unidos; buscar un replanteamiento que lleve a que seamos aliados de intereses comunes".

En contraste, en México tal parece que el agobio interno ha sido convertido en un autismo diplomático. La involución que ha provocado la crisis de seguridad hace ver al país y a su gobierno asediados e inhibe la iniciativa al exterior. El gobierno federal no tiene los mejores argumentos para acreditar, más allá de la voluntad o la valentía, que su lucha contra el crimen rinde frutos. Cuando lo cuestionan de lejos, se enoja; cuando se burlan de cerca, se calla.

El Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, dominó una visita oficial que perdió su protocolo y su equilibrio. Sarkozy se burló de las...

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