TOLVANERA / Sin miramientos

AutorRoberto Zamarripa

El empoderamiento de las mujeres no tiene paralelo. En el mundo del trabajo, de la cultura, de la vida empresarial y financiera, de la política, de la educación, hoy destacan las mujeres por su liderazgo.

A la vez, como pocas ocasiones, la agresión doméstica, pública, social, política y criminal adquiere niveles de alarma.

Las luchas políticas del feminismo, que han adquirido una mayor consistencia desde hace 50 años, han provocado nuevas disposiciones legales, logrado un cambio importante en las normas y convencionalismos sociales y suprimido leyes discriminatorias. Como nunca han quedado estatuidos derechos fundamentales de las mujeres en el ámbito laboral y hasta paridades en las representaciones sociales y políticas.

Los avances evidentemente son insuficientes. No es solo un tema de contrato o de letras.

Mujeres al mando de gobiernos o de empresas no supone el freno a los feminicidios. Disposiciones legales que mandatan igualdad, paridad, oportunidades similares, no han sido aparejadas con zonas de respeto y colaboración en la escuela, la familia, el partido político, el centro laboral, la comunidad.

El feminicidio y la violación son de las más degradantes expresiones de una sociedad, de un país. Asesinatos y/o agresiones alevosas, sustentados en el odio, recurrentemente acompañados de torturas, de crueldades, de saña que intentan remarcar la aversión y el desprecio machista. No es un crimen mecánicamente asociado a la ola de la narcoviolencia. Es decir, no es consecuencia natural de un país con hechos criminales desbordados. Tiene, eso sí, en esos factores los catalizadores de la agresión machista. Los crímenes de Juárez o los feminicidios de Ecatepec ocurren con cárteles o sin cárteles, pero en la misma nata de impunidad que valida toda eliminación física y violenta.

Falta mucho para alcanzar la igualdad de género; como falta mucho para superar la discriminación por raza o condición social o por capacidades diferentes. Como hay un largo trecho aún para tener respeto por condición de edad. No es la nuestra una sociedad tolerante ni respetuosa ni con sus viejos ni con sus jóvenes.

La igualdad de la mujer tiene mejores condiciones para lograrse en una sociedad que se estructure...

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