TOLVANERA / La Quinta

AutorRoberto Zamarripa

Implacable, pragmático, terco, estudioso, Andrés Manuel López Obrador consuma su larga marcha e inicia la ambicionada Presidencia con altas expectativas.

Lo hace confiado en extremo en el respaldo popular obtenido en las urnas y que, en su consideración, se ha acrecentado durante el espinoso y estridente proceso de transición ocurrido entre julio y diciembre.

No obstante ser el político más expuesto y visto, más hostilizado, y el líder político y social más importante del País en este siglo, AMLO despierta, en muchos, temores profundos sobre su Gobierno, como si no supieran a qué atenerse a pesar de que por dos décadas ha pregonado esencialmente lo mismo; y en muchos otros despierta esperanzas que rayan en la fe, en el dogma.

AMLO no es un personaje típico de la izquierda. Ni el marxista clásico de academia ni el militante acostumbrado a una disciplina partidista de debate y acuerdo; no fue un activista que vivió en la clandestinidad, encarcelado o reprimido, como tantos de la izquierda tradicional mexicana.

No es parecido a quienes han sido presidentes de sus países tras militar en partidos de la izquierda tradicional. Mújica de Uruguay fue un guerrillero tupamaro; Evo Morales de Bolivia fue un dirigente sindical e indígena siempre vinculado a partidos socialistas.

AMLO inició su vida política hace 40 años con una creencia: "el PRI era para mí un pacto de revolucionarios... Consideraba que como partido mayoritario, el PRI tenía que estar a la vanguardia de la reforma política y ser el principal agente modernizador de todo el sistema" (escribió en Tabasco, víctima del fraude electoral).

Ha cursado quizás por sus cuatro transformaciones: la primera, su activismo priista y de funcionario gubernamental atendiendo a los chontales entre 1977 y 1982 y que concluye en 1988 tras haber sido excluido del Gobierno de Tabasco. La segunda al romper con el PRI y lanzarse como candidato del Frente Democrático Nacional a la Gubernatura de Tabasco en 1988. Contiende en dos ocasiones, encabeza protestas por fraudes electorales y realiza el Éxodo de la Democracia. Esa segunda etapa lo catapulta como el sucesor de Cuauhtémoc Cárdenas en la égida perredista. Es presidente del PRD y gana elecciones claves como la del DF con Cárdenas de candidato. Una docena de años...

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