Tomás Calvillo / La trama

AutorTomás Calvillo

Más allá de la epidemia de sentimentalismo de estas semanas que los comerciantes hábilmente aprovechan teniendo como pretexto la Navidad y el año nuevo, perdura el simbolismo de la vida y la muerte que dichas fiestas representan.

Es probable que sea el tema más trascendente de una historia universal y de la biografía común y corriente de cada uno de nosotros. Es un tema central que se diluye entre envolturas de regalos, brindis, abrazos, programas de televisión y deudas crecientes.

La escenografía de árboles muertos que llevamos a nuestras casas para decorarlos con luces y esferas, pretendiendo así mostrar que aún conservan vida, no deja de expresar un sentimiento ancestral: hay en todo ese artificio trazos de un acto lúdico ante la irremediable pérdida que se avecina.

El nacimiento, los nacimientos, a pesar incluso de monótonas repeticiones, expresan un conocimiento que está en el mismo origen de la tradición cristiana y que se olvida con frecuencia: en la soledad que nos habita no hay riqueza material que valga.

Esa pobreza del Rey de reyes, del Sacerdote de sacerdotes, que es polvo de oro, está en las entrañas de nuestra lengua, exaltada en el poema de Jorge Manrique que aprendimos en la secundaria. El empresario Carlos Slim y el jardinero Amador Vega comparten por igual la misma condición de fugacidad, de esencial desnudez.

Ello forma parte de la raíz del cristianismo y es su savia, es el icono, el nacimiento reproducido por miles que el 6 de enero se revela, epifanía, que algunos atestiguan como la humanidad primordial de Occidente, que se ha desvanecido o mejor decir se pierde.

Nacimiento y año nuevo, el sincretismo cristiano y pagano, que a partir del siglo 18, secularizado, se transmutó: la renovación, la resurrección, dejaron su lugar al concepto de la revolución.

La búsqueda científica y religiosa y sus rituales se entrelazan en el siglo 21. La estructura básica de la vida y la muerte importa a ambos caminos, no necesariamente excluyentes. En nuestro ámbito las batallas decimonónicas y los ecos de la Guerra Cristera continúan opacando nuestras percepciones de lo secular y lo religioso, se empobrece así el mismo concepto de conocimiento, éste está sometido a una experiencia histórica-política que atañe más a las formas del poder. En ese sentido somos herederos no del conocimiento científico y de las tradiciones...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR