Tonatiuh Bravo Padilla / El transporte urbano, de nuevo

AutorTonatiuh Bravo Padilla

De nueva cuenta, el día de hoy venció el plazo para que las empresas concesionarias del transporte urbano cumplieran una serie de condiciones puestas por el Gobierno del Estado desde 2001. Por supuesto que no es la primera vez que esto sucede, ni tampoco, por lo visto, la última.

La historia del transporte público urbano de la zona metropolitana de Guadalajara es la historia de más de 50 años de desencuentros entre permisionarios, Gobierno y ciudadanos.

En los años 60, las concesiones aún se otorgaban a particulares organizados por líneas, las cuales se identificaban por los colores de las unidades. Posteriormente, se conformó la denominada Alianza de Camioneros de Jalisco, especie de mutual de permisionarios que encubre las actividades reales de grandes empresarios, pues es bien sabido que unos pocos detentan el control de la mayor parte de las unidades y sólo unos cuantos operan como verdaderos propietarios de los permisos.

Desde que la Alianza existe como tal, han sido innumerables los intentos gubernamentales para ponerlos en "orden" y por reorganizar el transporte público. Desde el proyecto de rutas ortogonales diseñado por el extinto ingeniero Matute, hasta la creación de un fondo forzoso con el 20 por ciento de la venta de boletos diarios a fin de obligarlos a la reposición de unidades.

Así también, el Gobierno intentó disminuir el peso de la Alianza a partir de la estatización de la empresa Servicios y Transportes y la creación del Sistecozome. Pero aun así, nada ha podido con ellos.

Las necesidades de transporte de duplicaron y triplicaron, vastas zonas populares son escasamente cubiertas y, aunque se abrieron nuevas concesiones con otro nivel económico, éstas tan sólo abarcaron ciertas rutas y colonias. Aparecieron las llamadas decapeseras, las cuales a la postre se convirtieron en minibuses, mismas que han terminado por complicar aún más el esquema del transporte público.

La Alianza representa la fusión de intereses empresariales y de permisionarios individuales, con los de carácter corporativo-sindical vinculados a la Confederación de Trabajadores de Jalisco (CTM) y por ende al PRI. Sin embargo, no son lo mismo. Al interior del propio partido actúan como grupo de presión, ciertamente con menos fuerza que cuando Heliodoro Hernández Loza vivía.

En los dos períodos consecutivos de gobiernos panistas, el poder de estos intereses no ha sido tocado. Aún en las situaciones más tensas, incluso han resultado fortalecidos y beneficiados.

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