Tonatiuh Bravo Padilla/ Descomposición institucional

AutorTonatiuh Bravo Padilla

Si hay algo que le pueda hacer daño a un país es la descomposición institucional. Regularmente, ésta se presenta cuando los problemas de un ámbito no sólo no encuentran solución viable, sino que se agravan entrelazándose con otros hasta convertirse en verdaderas pesadillas nacionales. Eso es lo que caracteriza precisamente a los llamados países en vías de desarrollo.

En los últimos 20 años, el Gobierno mexicano ha adoptado un conjunto de decisiones erráticas y contradictorias respecto del sistema financiero nacional, mismas que hoy lo tienen al borde del colapso y junto con él, al País entero.

Cuando explotó la crisis sexenal a fines del período de López Portillo, éste optó por la llamada nacionalización bancaria como respuesta a la salida brusca y aparatosa de dólares empujada por los banqueros ante la inminente devaluación del peso. Se le llamó nacionalización cuando debió en realidad ser tipificada como estatización de la banca, pues era muy poca la participación de entidades o capital extranjero en la misma.

La estatización de la banca llevó a la creación de una subsecretaría de Estado especial para la banca. Sin embargo, la voluntad duró muy poco. En cuanto Miguel de la Madrid tomó posesión como Presidente de la República, la misma Legislatura del Congreso de la Unión que la había aprobado, cambió de parecer y reprivatizó el 39 por cierto de las acciones.

Ese fue un primer paso para volver a hacer privado el conjunto del sistema financiero y bancario. La diferencia es que la venta de los paquetes accionarios no devolvieron, en todos los casos, a los mismos dueños en los mismos bancos. Esta acción tranquilizó temporalmente al sector privado y a los organismos financieros internacionales.

Al término de las difíciles y prolongadas impugnaciones electorales de 1988 y, una vez que tomó posesión como titular del Ejecutivo, Carlos Salinas empezó a ejecutar el Plan de Privatizaciones para adelgazar el Estado y construir un "mercado sólido y fuerte para modernizar al País". Encargó al entonces subsecretario Guillermo Ortiz Martínez de la desincorporación bancaria.

Poco más de dos años más tarde, la reprivatización bancaria estaba consumada. Desde el principio recibió severas críticas e impugnaciones, principalmente dirigidas a dos aspectos: se había pulverizado al sistema financiero del País en más de 20 instituciones bancarias, entre nacionales y regionales, difícilmente la economía podría dar para tantos bancos y hacerlos funcionar con...

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