Tiempo de Negocios / La tortuosa historia de ADT y sus distribuidores

AutorDarío Celis Estrada

Desde hace más de tres años se describió en EU el fraude por más de 600 millones de dólares de los principales ejecutivos de Tyco International. Desde entonces más de 100 empresas mexicanas padecen las secuelas del delito.

Los manejos irregulares en la contabilidad de la compañía se efectuaban desde las oficinas centrales de Tyco, en las Bermudas. Los ilícitos alcanzaron a Servicios Administrativos de Emergencia, FBI Alarmas, LDS y City Watch.

De origen mexicano, todas confiaron en Tyco y firmaron en octubre de 1999 acuerdos para venderles sus carteras y actuar como representantes de ADT en nuestro País. Los contratos los suscribieron con Jorge Hernández.

En enero del 2002, año en que se descubrió el fraude en EU, inmediatamente la filial ADT comenzó a registrar retrasos significativos en el envío de la facturación y los cobros a sus clientes en México.

En una de las cláusulas del contrato se establecía que el representante entregaría un cargo a ADT, en caso de que el cliente no cumpliera el pago. Tyco hizo válida la cláusula y empezó a cobrar comisiones a los distribuidores.

Esto por supuesto generó la irritación de los distribuidores, porque el retraso se debía a que ADT no emitía las facturas a tiempo por los propios problemas contables que enfrentaba su matriz en EU.

Ante el desorden, ADT México creó una cuenta concentradora para que los clientes depositaran pagos. El problema fue que en unos meses ya se registraban depósitos por 3 millones de dólares sin saber quién había pagado.

ADT no generó facturas y en su cuenta acumuladora ingresó el equivalente a 90 mil mensualidades sin conocer a qué clientes pertenecían. Fue entonces cuando detonó la cancelación de contratos.

Fue tal la cascada de cancelaciones que hoy día el grupo ADT, dedicado desde hace más de 130 años a ofrecer servicios de seguridad, es la compañía privada que más denuncias tiene en la Profeco, que lleva Carlos Arce.

Los equipos de alarma eran propiedad de los distribuidores, no de ADT, así que cuando el cliente cancelaba el servicio, la estadounidense debía informar al distribuidor para que lo recogiera.

Pero ADT no sólo no informaba al distribuidor para que recuperara sus equipos, sino que además descontaba la comisión que le correspondía por cada cliente que aportaba.

Unilateralmente, el 2 de agosto del 2002 ADT notificó la cancelación del contrato a los distribuidores autorizados. Asimismo, para evitarse complicaciones fiscales, dejó los saldos en cero.

En septiembre...

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