Valentina y su sazón

AutorMaría Minero

Reconocida por dar al recetario tapatío el famoso pollo a la Valentina, la señora Santos Oropeza llegó a la Ciudad proveniente de Nochistlán, Zacatecas, Municipio en el que en 1532 se fundaría la primera Guadalajara y donde aún se resguarda la receta dentro de los hogares y en pequeños restaurantes.

De acuerdo con el historiador José Hernández, el pollo adobado en chilacate, dorado con manteca, bañado en salsa de jitomate y servido con trozos de papa y lechuga, comenzó a cobrar fama a mediados del siglo 20.

El investigador cuenta que Valentina Santos Oropeza llegó a la Ciudad en 1885 y primero ofrecía sus preparaciones en un pequeño local cerca de El Santuario de Guadalupe y, posteriormente, se cambió a un establecimiento en la periferia del Mercado Alcalde.

Justo en la esquina de Herrera y Cairo con Liceo llegaron a cenar personajes de la talla de Diego Rivera, Carlos Pellicer, Salvador Novo y Lázaro Cárdenas, destaca el escritor Juan José Doñán.

En el libro "Entre Adobes y Adobos Tapatíos", de Silviano Hernández, se establece que en la fonda de Valentina había relucientes comales con pollos, sopes y enchiladas. En el lugar le ayudaban su hija Rosa y un mozo llamado Valente.

En ese tiempo, el plato del que ahora se encuentran versiones en un par de lugares de la Perla Tapatía cercanos a El Santuario, se cocinaba al carbón, y Hernández cuenta que este pollo se servía acompañado de chiles jalapeños, birote salado rebanado y un jarro de tepache.

Aunque ahora la receta escasea, en la tierra de Valentina continúa como un...

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