VIGÍA DE BOLSILLO / Conciencia sin objeción

AutorSofía Orozco

Mucho me asombra cómo ha devenido el futuro. Por más que todas las películas de género apocalíptico y post apocalíptico siempre lo habían vaticinado así: árido, caótico, violento, trágico; yo lo imaginaba moderno, limpio, ordenado, fácil, más tirando a una caricatura con robots, computadoras, hologramas y demás lugares comunes del anhelado mundo tecnológico y sin sufrimiento que los humanos hemos intentado construir, naturalmente sin éxito.

Esa escena recurrente en donde un grupo de jóvenes en harapos y ropa gastada, pero armados hasta los dientes, descienden de un vehículo oxidado, por ejemplo, un camión cisterna (el agua es el bien más preciado), armando revuelo y levantando polvo -recordemos que todo es desértico ya- para asolar en amenazas o despojar de sus pertenencias a un humano solitario y bonachón que sin deberla ni temerla queda a merced de ese grupo armado y poderoso sin que ningún Estado lo defienda y que en escenas posteriores veremos que así es mejor, porque el Estado que podría defenderlo no lo hará tampoco, pues se trata de otro grupúsculo violento y corrupto que utiliza a su ejército sólo para obtener beneficios y eternizarse en el poder, hoy se ha vuelto totalmente real.

Ecuador, Bolivia, Venezuela, Chile y, podríamos decir ¡Culiacán!, aunque sabemos que es el país completo, coinciden con ese futuro tantas veces anunciado y tan poco deseado para la humanidad.

Un modelo abusivo que no protege por igual a todos, grupos no legítimos de poder que se alzan por sus fueros, el despojo y el descuido de los recursos naturales, las cadenas de corrupción que solo provocan injusticia, desigualdad y violencia (mucha violencia) nos tienen en este tiempo triste, con las caras largas, expectantes, sin ideas claras de cómo arreglar el mundo, y viendo cómo cada día se aleja cada vez más la versión de futuro feliz, con las ventajas que se suponía nos traerían la educación y la tecnología, con comida para todos, sin enfermedades incurables, sin motivos de guerra, solo contemplando cómo la humanidad espléndida señoreaba amablemente este planeta por siempre jamás.

Ya no fue así.

Nos tocó un futuro en donde las libertades y las garantías individuales se van extinguiendo.

Unos no son libres de elegir porque no pueden: la pobreza, ligada directamente a la alimentación y la salud; las no oportunidades, el no acceso a la educación, la discriminación, el entorno, la inercia, van minando el sentido de la vida. Elegir qué hacer o cómo...

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