VIGÍA DE BOLSILLO / Que se derrumbe

AutorSofía Orozco

Mucho recuerdo a nuestro actual Gobernador en diversos discursos asumiendo gustoso, con gesto adusto y voz echada al pecho, el compromiso y privilegio del fin último del acto y efecto de gobernar: tomar decisiones, por impopulares que estas sean, y asumir las consecuencias.

Se supone que un Gobernador está preparado para ello, y, como diría un clásico del horror de este país: en la plenitud del p..... poder. No solo puede, sino que debe tomar ese tipo de resoluciones incómodas que es imposible que a todos dejen conformes.

Para el aumento de tarifa del transporte público con todo y posrepresión, ahí estaba dando la cara; para lo de la cortina de la Presa El Zapotillo, ahí estaba, dando la cara; para los reclamos de A Toda Máquina, ahí ha estado, dando la cara, tal como le gusta decir a él.

Sin duda temas escabrosos en los que hay que sacar a relucir frases como: no me temblará la mano, todo conforme a la ley, se buscaron otras soluciones y esta fue la mejor, es doloroso pero necesario, recuperaremos inversiones perdidas que han dañado el patrimonio de todos los mexicanos, y otras que vengan al caso y se recuerden por ser hechas, huecas y repetitivas.

Bien. A veces así es gobernar. La pregunta es ¿no puede acaso ser de otra manera?

¿No se puede acaso pensar distinto y dejar de favorecer intereses creados, ir en contra de lo de siempre, dejar de adorar al establishment, parar de creer que lo que estuvo bien hace décadas, sigue estando bien ahora, y atreverse a buscar nuevas maneras?

Hace apenas unos días fuimos testigos de la marcha contra la violencia de género en Ciudad de México que tuvo como estandarte la diamantina rosa. Feminismo, machismo, patriarcado, acoso, violencia, injusticia, exterminio; muchos términos vienen a la cabeza, pero sobre todo, mucho dolor. Ya no hablamos sólo de la lucha feminista y de la búsqueda de la equidad de género, pensemos en qué momento ser mujer se convirtió en un factor de riesgo para la subsistencia.

Los índices de violencia contra las mujeres, el grado de violencia contra las mujeres, la impunidad en el país todo, pero también de los perpetradores de esa violencia contra las mujeres, son un recuento de atrocidades que no se deben ni esconder, ni callar, ni mucho menos solapar.

Que nuestras autoridades y muchas buenas conciencias se duelan de las pintas sobre un monumento el dolor que no les duele la tortura, la violación, la explotación, los golpes, la sangre, la desaparición, la muerte de...

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