VIGÍA DE BOLSILLO / La granizada

AutorSofía Orozco

Veníamos de una intensa actividad de incendios en el bosque y nos sorprendió el aviso de que el temporal en Guadalajara llegaría desfasado: qué día de San Juan ni qué otras tradiciones; junio nos traería un par de tormentas muy bien zonificadas que apenas alcanzaron a recordarnos que Plaza Patria, Plaza del Sol y los Arcos del Milenio son casos perdidos en el "mar de promesas" sobre acabar con las inundaciones. Obras pluviales van y obras pluviales vienen, inversiones se detienen y no hay manera ni de paliar un poco lo que el agua hace a la Ciudad, o lo que la Ciudad le hizo a los cauces de agua.

Mucho calor, mala calidad del aire, termómetros fuera de rango especialmente en áreas desarboladas, en fin, todo lo que ya sabemos. Pero acabando junio nos cambiaron los parámetros: una tormenta con cantidades inusitadas de granizo nos dejó con más de 1 metro y medio de hielo. Para una ciudad tranquila como la nuestra, a la que le conocemos las mañas, las rutas de peligro, los lugares a evitar y donde resguardarse de los estragos de nuestros habituales aguaceros, ese volumen de hielo imposible de acomodarse en nuestras calles y casas nos cambió la perspectiva.

Lo bueno es que no dejó vidas que lamentar. Lo malo, que sólo abarcó un área de la zona metropolitana. No me lo tomen a mal, no deseo caos y pérdidas materiales para todos; al contrario. Quizá sólo una experiencia así, vivida en los personal, de forma directa, siendo testigos y afectados, nos ponga por fin, e irremediablemente, de frente a la realidad.

El mundo ya cambió.

No hay registro meteorológico de un escenario así. Nuestra bella Guadalajara, la del clima perfecto, ya no existe. No sabemos cómo actuarán ahora las fuerzas de la naturaleza, y no estamos preparados para sobrevivirlas. ¿Es esto una exageración apocalíptica? No lo creo. Pregunten a quien vio su casa, su auto o su calle perderse ante toneladas de hielo, sin más herramienta que una cubeta, una escoba y unas botas de hule.

Nuestras generaciones han sido tan felices por creer que saber que "una cuña de baja presión a niveles bajos de la superficie y el ingreso de una masa de aire cálido y húmedo desde el Golfo de México, aunado a la orografía del terreno, provocó se generaran nubes de gran desarrollo vertical que alcanzaron los 18 kilómetros de altura, lo cual implica mayor cantidad de hielo" y demás datos duros y medibles, nos vuelve humanos controlándolo todo.

Pero el conocimiento y la tecnología no nos alcanzan.

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