VIGÍA DE BOLSILLO / Residuo cero

AutorSofía Orozco

Si algo ha marcado a las personas nacidas en este siglo eso es el consumo: la necesidad de consumir, la facilidad de consumir, la naturalidad de consumir, el exceso de consumir, la dependencia por consumir, o por el contrario: el no poder consumir a pesar del deseo de hacerlo.

Podríamos hacer una perorata sobre la tragedia social que esto nos ha traído, empezando por la devaluación del sentido de la vida, el impacto en el desarrollo del cerebro en la infancia, la codependencia al objeto, la masificación de las modas, la obsolescencia programada, la degradación alimenticia, la pérdida de la salud y finalmente, la acumulación, la barbarie, el sinsentido de desechar y desechar y desechar basura de toda clase hasta llenar cada espacio vacío en el planeta, pero no es necesario.

Todos nos dicen, repiten, convencen y reiteran que el consumo genera modernidad, satisfacción, alegría, contento y sobre todo riqueza -a pocos- y pobreza -a muchos-; solo nos hace falta caer en que el consumo también produce miseria, y esa sí, a todos por parejo.

Vale la pena no olvidar la entrada en la escena mundial de Greta Thunberg, una adolescente nacida justo en 2003, que ha sabido interpretar y proyectar mejor que nadie el sentimiento que provoca una indiferencia casi generalizada frente al cambio climático, negado y desestimado por líderes mundiales que actualmente mueven los destinos de la humanidad.

Su discurso ante la Asamblea de la ONU puede convertirse en el que represente a toda una generación de jóvenes que, aunque víctimas de su propio tiempo y no necesariamente dispuestos a sacrificar las comodidades ganadas, los hábitos adquiridos y la aparente facilidad de la vida moderna, pueden darse cuenta de lo real, urgente y necesario que es cambiar profundamente para asegurar la permanencia de la vida, tal y como la conocemos.

Para quienes crecimos dejando el "importe" de una botella de cristal para poder llevarnos el contenido a casa; cargando nuestra bolsa de plástico regalada por el carnicero para acarrear las verduras, y comiendo gustosos pepitas tostadas de un cucurucho de papel, nos resulta ligeramente más fácil pensar en un consumo responsable, orientado a evitar las grandes huellas de carbono provocadas al comprar kombucha de goji berry y té verde cosechados con métodos ancestrales, traídos directamente de las faldas del Himalaya, aunque venga embotellado en una ecológica botella de cristal, con etiqueta de papel reciclado impresa con tinta...

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