VIGÍA DE BOLSILLO / Semana bíblica

AutorSofía Orozco

Comenzamos con un sábado en el que la prudencia nos obligó a modificar planes y guarecernos en nuestros hogares, no fuera siendo que, de verdad, se cumpliera la profecía (que más bien sonó a amenaza) proferida por boca de nuestro Secretario de Gobierno, según la cual el sábado comenzaría un diluvio de apocalípticas dimensiones que no dejaría a salvo ni a los justos entre los justos.

Sin tiempo ni madera suficiente para embarcarnos en la difícil tarea de construir un arca y salvaguardar algunas de nuestras especies locales tales como tortolitas, perros callejeros y un par de especímenes de cada partido político con los cuales restablecer el orden después de la inundación, no nos quedó más que apechugar y, con linternas y provisiones, esperar a que pasara la megatormenta y al menos fuésemos tratados con algo de benevolencia.

No sé si fue algo que hicimos bien, o si fue el sufrimiento colectivo acumulado; quizá simple y sencillamente nuestras súplicas fueron escuchadas. El caso es que el sábado pasó más soleado que otros días, y el domingo, como verdadera burla a nuestro ajuar de impermeable, fue totalmente seco y caluroso.

La profecía no se cumplió, pero ya sabemos que nadie es profeta en su tierra y Guzmán Pérez Peláez no tendría por qué ser la excepción; pensándolo bien, más nos valió creer a ciegas en el oráculo transmitido por este hombre, que de meteorólogo no tiene un pelo, pues de haber sido cierta su premonición la Ciudad entera se habría venido abajo y todo hubiera quedado hecho pedacitos.

Bástenos con ver cómo, en poco más de una semana de lluvias más bien ligeritas, se fisuró el Colector de López Mateos, y el paso a desnivel de Las Rosas es hoy como territorio de guerra. Eso sin contar con la granizada que acabó con la vida de un pequeño en el Cerro del Cuatro y con los males menores de hoyos, baches y socavones que pululan por todas direcciones y que nuestras autoridades intentan tapar sin averiguar riesgos ni origen ni profundidad...nomás por encimita, "ahi a ver cuánto aguantan".

La Ciudad con sus redes saturadas y sus calles obsoletas no está ni para minitormentas, así que la próxima vez que nos digan: ¡ahí viene el lobo!, es mejor que sigamos creyendo.

El mismo sábado del inicio del fin del mundo, un comunicado firmado por el vituperado Cardenal Sandoval Íñiguez cimbró la tierra. Atónitos nos quedamos cuando leímos que, en un dejo de reflexión y arrepentimiento, solicitó a la Fundación Pro Construcción del Santuario de los...

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