VIGÍA DE BOLSILLO / A través de una cámara

AutorSofía Orozco

Octubre está a la vuelta de la esquina, el mes en donde según los expertos y los de oscuros vaticinios se espera un repunte en los casos de Covid-19 para terminar noviembre y diciembre con los hospitales saturados de pacientes no sólo de contagiados por el virus, sino también a causa de todo tipo de enfermedades respiratorias.

La noticia, aunque la sabíamos desde hace meses, toma más peso conforme nos acercamos al escenario: gripas estacionales, influenza y frío, aunados a fiestas de fin de año y reuniones navideñas a las que cada vez será más difícil resistirse, se antojan como una mezcla letal.

Pesa, y mucho, saber que hemos venido postergando una especie de encuentro con el destino, y que si en marzo se nos dijo que todo se trataba de ganar tiempo y no colapsar (tan pronto) los servicios de salud con la esperanza muy en ciernes de encontrar vacuna y cura, no era más que la triste verdad.

La cifra oficial de muertos rebasa los 75 mil, el subregistro es un misterio, tenemos la mayor cantidad de muertes entre personal médico en el mundo, y una de las reactivaciones económicas más espontáneas y libres, en donde cada quien va haciendo prácticamente lo que puede y quiere. Las pérdidas económicas diarias suman 28 mil millones de pesos y es incontable el número de empresas que han quebrado y los empleos que se han perdido.

Nuestra vida ya cambió. Como en toda crisis, a algunos les ha resultado fácil, a otros navegable, a muchos muy difícil y a los más, reto imposible: sobrevivir en pobreza extrema con o sin Covid-19 ya era complicado.

Lo triste es que parece que de poco hubiera valido el esfuerzo sostenido de tantos y tantos meses, y las pérdidas dejadas en el camino. Hay avances, pero estamos exactamente igual que al principio. Sabemos más que antes sobre el virus, pero estamos cansados de ser precavidos. Tenemos más conciencia sobre lo real e impredecible de un diagnóstico pero ya no aguantamos la distancia social. Valoramos la salud física, pero ya no sabemos qué hacer con la salud mental. Queremos despertar y que el Covid-19 no exista más o al menos no represente peligro.

Más allá de gel, desinfectantes y cubrebocas, si algo nos ha aportado un poco de seguridad es la tecnología y la ventaja de simular lo que antes hacíamos.

Si bien hay oficios, negocios y servicios que sólo pueden existir de forma presencial, hay otros que se representan bien desde casa, a través de una computadora. Desde ahí simulas que trabajas...

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